Los modernos Judas Iscariote (Epistolario) Por Armando Rojas Arévalo

GABRIEL: La lealtad es un valor que en política fácilmente se viola. La deslealtad es la incapacidad de una persona para sostener una conducta honrosa, como ser fiel y honrar los grupos e instituciones de los que forma parte o que considera como propios.  Una persona desleal es propensa a la traición, en cuyos sentimientos y criterios no se puede confiar.

Dicho de otra manera, cuando la honestidad brilla por su ausencia las personas se toman la libertad de mentir y engañar, ya sea por la espalda o directamente a la cara. ¿Cuándo se es desleal o traidor? Cristina, Reina de Suecia, decía: “La ambición suele hacer traidores”

También se dan casos, por cierto, muy cotidianos en esta etapa política por la que México atraviesa con la “Cuarta Transformación”, en la que los cortesanos del presidente le dejan gobernar con ocurrencias, errores y hasta con mala fe con tal de conservar el puesto o no perder la cercanía con el mandatario. Sobre éstos, Alfonso X El Sabio, decía “los que dejan al rey errar a sabiendas, merecen pena como traidores”.

Ser desleal es no ser honesto; ser traidor es cuando la persona juega una mala pasada, fallando a un compromiso que había adquirido.

Ser desleal es uno de los grandes defectos de la humanidad y uno de los más graves, porque arranca de un acto inicial de la confianza que se deposita en quien luego te traiciona. La traición se produce cuando una persona en quien habías depositado tu confianza abusa de ella de manera consciente, perversa y alevosa.

La política, repito, está plagada de desleales y traidores o ambos a la vez. El refrán advierte “entre traidores te veas”, para que actúes con cuidado.

Se está dando mucho el caso de que cuando la persona no logra ser postulada para el cargo que quiere, se dice “traicionada” y toma la decisión de renunciar al postulado o al partido que horas o días antes alababa con incienso.

Por ejemplo, ALEJANDRO MURAT, ex gobernador de Oaxaca, acaba de renunciar al PRI porque el partido no lo hizo candidato a la presidencia de la República y anuncia, al mismo tiempo, que se identifica con CLAUDIA SHEINBAUM, candidata de MORENA.

Siendo gobernador de Oaxaca recibió muchos halagos del presidente LÓPEZ OBRADOR y se rumoreó que recibiría como premio una embajada por haber permitido el triunfo de MORENA en Oaxaca. Empero, decidió seguir en el PRI con la esperanza de ser postulado a la presidencia. Como esto no resultó, decidió renunciar a su partido, por el que llegó a ser gobernador; incluso, su padre, quien sigue en el PRI, también fue gobernador de Oaxaca gracias al partido.

Pregunto: ¿Esto es ser desleal y traidor?

OTRO CASO es el de ADRIAN RUBALCABA SUAREZ, alcalde de Cuajimalpa, gracias al PRI.

Como el PRI y la alianza política de éste con el PAN y el PRD no lo hicieron candidato al gobierno capitalino, recurrió al sobado pretexto de renunciar al partido. Y lo que es peor: No sólo se salió del Revolucionario Institucional, sino que prometió apoyar la ratificación de ERNESTINA GODOY como fiscal del gobierno capitalino, lo cual va contra del objetivo de la alianza en la asamblea capitalina. Esto es, dice, como pago a la “traición” que le jugó el PRI al no apoyar su candidatura al gobierno de la ciudad.

Muchos conocen a RUBALCABA y sabían que esto algún día ocurriría. El se hizo del PRI para ser alcalde de Cuajimalpa, pero sus preferencias están con MORENA gracias al padrinazgo de RENÉ BEJARANO, quien lo metió a la política. Leal a BEJARANO, traidor al PRI.

OTRO CASO, el pasado fin de semana hubo una balacera en Cuernavaca con un saldo de nueva muertos. La policía municipal tuvo que enfrentar solita a los delincuentes, porque ni la policía estatal, ni la Guardia Nacional ni el Ejército fueron en su ayuda de inmediato. La policía de CUAUHTÉMOC BLANCO nunca llegó, y el Ejército y la Guardia Nacional llegaron media hora o 45 minutos después. Eso se puede calificar de muchas formas. Por ejemplo, valemadrismo. Empero, es un acto de vil traición porque tratándose de la seguridad que los gobiernos le deben a la ciudadanía, no hay precio político que valga. Pobre alcalde de Cuernavaca, lo dejaron solo, chiflando en la loma.

Puedo seguir citándote casos similares, pero me enferma.

Eso de renunciar a su partido porque no lo hicieron candidato (a) es un acto vil. Quiere decir que estabas en el partido del que te vas, por conveniencia no por convicción.

Gallina que come huevo, aunque le quemen el pico, dice el refrán. Seguirás traicionando los ideales y serás desleal a tus principios.

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