El anuncio hecho público este lunes sobre el cierre de playas y la ley seca aplicada durante la próxima “Semana santa” en toda la entidad chiapaneca ha caído como valde de agua fría para miles de hoteleros, restauranteros, microempresarios y pobladores de zonas turísticas que tendrán que enfrentar por segunda vez consecutiva la prohibición de la principal temporada turístico-comercial para el sector.
Si bien es innegable que se trata de una decisión justificada ante el temor de una nueva “ola de contagios” por Covid-19 en Chiapas, la medida no deja de significar el vaticinio de una catástrofe económica para un sector turístico y de servicios que todavía no se recupera del descalabro sufrido durante el año pasado
Y es que, de acuerdo con el “Reporte Estadístico de Indicadores del Sector Turístico del Estado de Chiapas”, de enero a diciembre de 2020 la afluencia de visitantes registró una disminución del 57 por ciento comparado con el mismo periodo de 2019, lo cual afectó a cientos de chiapanecos que dependen de las actividades asociadas al turismo.
El documento refiere que 7 millones 722 mil 290 personas visitaron la entidad en 2019, mientras que el año pasado la afluencia se redujo a solo 3 millones 314 mil 248 personas. “Debido a la contingencia sanitaria los módulos de atención a visitantes se cerraron”, explica el informe. El reporte agrega que ante la reducción de visitantes la derrama económica sufrió una baja estrepitosa del 68 por ciento, pues en 2019 estuvo cerca de superar los 24 mil millones de pesos y en 2020 apenas rebasó los 7 mil millones.
Tan solo la “semana mayor” representa para la entidad chiapaneca cada año el arribo de entre 500 y 600 mil visitantes a los centros turísticos, principalmente de playa, con una derrama económica de más de 800 millones de pesos para todo el sector formalmente establecido. Sin embargo, el periodo vacacional también significa uno de los principales ingresos anuales para miles de familias que realizan actividades comerciales de manera informal.
La cancelación de las actividades turístico-comerciales para este año podría significar el “tiro de gracia” para un sector que todavía viene arrastrando una crisis, tras cumplirse ya dos años de la última gran temporada vacacional “normal” en 2019. Por eso la medida anunciada este lunes no sólo representa desilusión para miles de turistas, mayoritariamente locales, y sus planes de vacacional, sino también el vaticinio de inminentes colapsos comerciales y más crisis económica.
Por ello la importancia de que la medida venga acompañada de un urgente plan de rescate económico, de una estrategia emergente para evitar una crisis aún más encrudecida y proyectos de reactivación turística para desarrollarse conforme vaya avanzando el proceso de vacunación y la pandemia disminuya su peligrosidad de contagios.
Las autoridades estatales y federales no pueden perder de vista ese tema. No deberán sorprender las protestas y muestras de inconformidad del sector turístico durante los siguientes días, por lo que será crucial la apertura de una mesa de diálogo especial a fin de elaborar junto a los tres niveles de gobierno un proyecto de rescate integral para un tema que también incide en el bienestar de miles de chiapanecos… así las cosas.