Chairos peligrosos (Epistolario) Por Armando Rojas Arévalo  LOURDES: La libertad de expresión es un derecho universal. Nadie puede ser perseguido, encarcelado, molestado o agredido por decir su opinión. FRANCOIS-MARIE AROUET, mejor conocido como VOLTAIRE, sustentaba: no estaré de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta con mi vida el derecho que tienes de decirlo. La frase ilustra el valor de la tolerancia, también el derecho a la libertad de expresión como parte de los mismos fundamentos de una sociedad democrática. 

La expresión del filósofo de la Revolución Francesa que echó a la monarquía borbónica a mediados de 1700, la encontramos en “Los amigos de Voltaire”, de EVELIN BEATRICE HALL, en la que se recupera la polémica entre François Marie y Claude y Adrien Helvétius, uno de los grandes contribuyentes a l’Enciclopedie. Cuando sobrevino el intento de censura por parte de la monarquía borbónica francesa, lo que se conoce actualmente como el affaire Helvétius, Voltaire se alzó en la asamblea y dijo lo que ya ha quedado escrito para la historia. Si bien, se asegura que el enciclopedista francés no dijo tal frase, y esto ha sido motivo de muchos debates; queda para la historia. 

La Libertad de expresión, en el plano jurídico es un Derecho Humano, protegido por distintos cuerpos normativos tanto en el Derecho Internacional como en el nacional. El Artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos reza: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. 

Lo tenemos todos y cada uno de nosotros como ciudadanos. Los que ejercemos la profesión del periodismo, tenemos como estandarte el aforismo de Voltaire.  

Esto viene a colación por varias cosas. Una, con motivo de mis comentarios críticos al gobierno de ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, las mentadas y descalificaciones sobre mi desempeño profesional y mi persona menudean, son cotidianos, lo cual es natural porque vivimos en una sociedad democrática. La otra, en este ambiente de odio provocado por la retórica del rencor, hay fanáticos que por conservar la mesada o los privilegios se atreven a amenazar a quienes consideran “enemigos” del mesías. 

Hace unos días un comentario que publiqué en Facebook motivó que un señor de nombre SANTOS VALDIVIA, quien presuntamente vive en Puebla y trae carro con placas de Guerrero y promete gestiones para conseguir permisos para taxis en Nayarit, dijera: “Armando Rojas Arévalo te odio. ¿Te puedo matar?” 

Suena a broma y causa risa, pero en este ambiente de –repito- odio, no hay que fiarse de los fanáticos. Tengo todo preparado para acudir a la fiscalía, a la policía cibernética y a la propia red social de Facebook, si este señor o cualquiera otro “chairo” acude a la amenaza. Pueden rebatirme como quieran, respetaré sus argumentos, pero no acudir a la imposición del miedo porque conmigo se van a topar con pared.    

LA PRENSA Y LOS PERIODISTAS son vistos como enemigos a los que hay que sacar del escenario, no hay día en que no se nos descalifique, ignorando que los medios de comunicación cumplen sus funciones de informar y opinar, ser foros de discusión plural y, por ello, son columnas de la democracia.  

El presidente arremetió hoy nuevamente, por enésima ocasión contra los medios comunicación, ahora de Estados Unidos, Gran Bretaña y España, señalándolos de no ser objetivos y “lanzarse contra su gobierno” en la cobertura que dieron de las marchas que se realizaron en México por el Día Internacional de la Mujer en la Ciudad de México.  En su “mañanera” acusó a los corresponsales de “The New York Times”, de Estados Unidos; de “The Guardian”, de Gran Bretaña, y “El País”, de España, de ser representantes de las empresas que participaron en el saqueo de México en el periodo neoliberal “y también están muy molestos porque ya no se permite robar, ya no se permite saquear”. 

Dime, quién no, fanáticos y no fanáticos, podrían y quisieran hacer “justicia” por su presidente sintiendo que este es injustamente “atacado” o “perseguido” por la prensa. Para muchos, los periodistas somos corruptos, vende patrias. No desconozco que los hay, pero también digo que somos más los honestos.  Pregunto ¿eso es respeto a la libertad de expresión?   

AYER, CON MOTIVO DEL DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER hubo, nuevamente, actos vandálicos. Primero, el gobierno sabe muy bien quiénes son ellas y los hombres que se infiltran para causar desmadres. ¿Por qué no, sabiendo qué comen, dónde viven, con quien vivan, etcétera, los detienen? 

POR CIERTO, a propósito de mujeres, AMLO ha de estar preocupado porque cada día pierde “rating” con las féminas. Los resultados del Estudio que hizo el INE a propósito de las elecciones de 2018, muestran que del 62.3 por ciento del electorado que acudió a votar, la participación de las mujeres fue mayor que la de los hombres por ocho puntos porcentuales. El estudio confirma que las mujeres votan más que los hombres, 66.2 por ciento contra 58.1 por ciento, una diferencia de ocho puntos porcentuales. 

En cuanto al grupo de personas que no votaron (37.7%), 20.2 por ciento fueron hombres y 17.5 por ciento mujeres, con una diferencia de casi tres puntos porcentuales. Es evidente la mayor participación del sexo femenino en las edades jóvenes y adultas hasta los 64 años.  

Los grupos de 50-54 y 55-59 en mujeres, son los que logran los más altos niveles asistencia a las urnas en las secciones no urbanas, pero además también podrían considerarse incluso los grupos de 45-49 y 60-64, pues prácticamente se encuentran en 75 por ciento de participación. 

MIENTRAS, ESTEFANIA VELOZ, activista política y conductora de televisión, a la voz de “Morena no es feminista, vale más la voz de FELIX SALGADO”,  renunció a ese partido. Hizo pública la carta que envió a MARIO DELGADO, y la acompañó de un mensaje en el que precisa su renuncia fue “en solidaridad con todas las víctimas de abuso sexual a las que no les han creído”; que “los principios de no robar, no mentir y no traicionar la pueblo se han quedado cortos en ser la brújula de la organización que fue impulsada por la esperanza de una sociedad justa y un gobierno al servicio de la gente”.  

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