La primera reacción en el mundo tras el sorpresivo triunfo de Donald Trump para la presidencia gringa, fue de terror. El mercado internacional se desplomó, junto con todas las monedas. Del peso mexicano, ni hablar. Su caída empezó desde que se anunció que el republicano tomaba ventaja en Indiana y Kentucky, los dos primeros estados en reportar las famosas proyecciones, según el método estadounidense. Muchos han dicho que lo ocurrido en USA, no es de nuestra incumbencia. Y tienen razón. Acá tampoco nos agrada que los vecinos se metan en nuestros asuntos.
Sin embargo, el resultado electoral podría sernos adverso, a juzgar por el tono discursivo del ahora presidente electo. México fue el principal blanco de sus ataques, después de la virulencia ocupada en la demócrata Hilary Clinton. Existe la posibilidad que al final, Trump resulte ser un demagogo oportunista que aprovechó el hartazgo de los estadounidenses frente al establishment agotado que ha llevado a ese país a tener serios problemas financieros, a pesar de su fortalecida moneda. Pero ésa solo es una eventualidad improbable y por lo mismo, poco esperanzadora que se reflejó en el escueto discurso que pronunció la madrugada de éste miércoles.
El sistema de gobierno de Estados Unidos es rígido en cuanto a los intereses personales de los mandatarios; en eso basan algunos sus conjeturas en torno a la confianza que se ha generado en el sentido que no cumplirá su amenaza de expulsar a millones de inmigrantes ilegales, retener las remesas y endurecer los requisitos de los residentes legales que deseen enviar sus ganancias a México y América Latina. No obstante, Trump es extremista, prepotente, abusivo, grosero, patán…
Tales calificativos son en sí, la razón de peso que en el mundo entero se esgrimen para expresar pánico por la victoria del magnate. No es para menos. La volatilidad emocional de éste, es de alto riesgo para la paz y estabilidad mundial. De ahí la pregunta que hoy estremeció al planeta: ¿Por qué Trump? Todas las encuestas daban por ganadora a Clinton.
A la par de toda previsión que deba tomarse ante la amenaza que representa el mandatario electo de los gringos, nos corresponde la reflexión. Mucho se habló que el “voto latino”, derrumbaría las posibilidades del republicano. Al no haber sido así, lo que se derrumba es el mito que aseguraba que los latinos son, no solo una fuerza laboral importante de EE.UU, sino la maquinaria para incidir en las decisiones del gobierno de ése país. Resulta incomprensible que, según sondeos de algunos medios de comunicación estadounidenses, un alto porcentaje de latinos, afroamericanos y asiáticos, votaron a favor de Trump.
Por otro lado está el tema de las encuestas; por tercera ocasión consecutiva, éstas no reflejan la verdadera intención del sufragio. Ocurrió en Inglaterra con el Brexit y en Colombia con el voto a favor (que resultó en contra) de los acuerdos de paz. En ambos casos, las casas encuestadoras fracasaron en sus pronósticos lo que, en México, debe obligarnos a repensar los métodos científicos para ese tipo de sondeos.
Aquí, porque desde siempre hemos sabido que las encuestas son altamente manipulables; vendidas al mejor postor y adecuadas a quien mejor las pague. Eso no es ningún secreto.
Los encuestadores dieron por cierto que ganaría el discurso de la paz, la conciliación, el respeto; ganó la arenga a favor del odio, el racismo, la discriminación, la misoginia, el abuso, la amenaza, la impunidad. ¿Por qué la mayoría de ciudadanos estadounidenses prefirieron un presidente violento, irracional, majadero? ¿Tienen sed de sangre? ¿Prefieren la guerra a la paz? Esas respuestas, solo ellos la saben.
Pero a nosotros, nos deja con la sensación que, en aquel país, se están perdiendo los valores, los principios. Se ha perdido la noción de respeto. Ello es preocupante, puesto que si eligieron a un troglodita como presidente, aplaudirán a rabiar sus deleznables actos. Hay quienes afirman que, ya en el poder, Trump podría cambiar de actitud y discurso. Es de dudarlo. Expertos políticos norteamericanos consideran eso como algo absolutamente imposible. Es naturaleza de éste, agredir, abusar. Y cambiarlo, va a estar en chino. Ahora sí, como dicen los mismos gringos: “Dios salve a América”.
God save the world, si vemos hacia Medio Oriente, Cuba, China, Venezuela, Palestina, Irán, Corea del Norte, y otros países que podrían ser los primeros objetivos del naciente Hitler. Ojalá, esté yo, equivocado.