A los que nadie les llora en Chiapas... (En la Mira) Por Héctor Estrada En la Mira

Héctor Estrada

A los que nadie les llora en Chiapas

Mientras muchas de las sepulturas se adornan de flores, veladoras, comida y familias durante las celebraciones de “Todos Santos”, en Chiapas miles de muertos yacen en el anonimato y el olvido generado por los decesos de la violencia y la migración ilegal que tienen en la entidad chiapaneca uno de sus territorios más sinuosos.

En Chiapas aún no existen cifras exactas sobre el número de cadáveres que no son identificados y terminan siendo enviados a las fosas comunes de los panteones públicos. No obstante, las cifras extraoficiales hablan de entre 150 y 200 muertos que no son reclamados por sus familiares en las instalaciones de los servicios médicos forenses.

Según estadísticas recabadas por organizaciones no gubernamentales, tan sólo al Panteón Municipal de Tapachula durante los últimos 10 años se han enviado a la fosa común alrededor de dos mil cuerpos, la gran mayoría (90 por ciento) migrantes ilegales cuyos cadáveres anónimos son enviados a los camposantos de esa ciudad para ser inhumados.

Y es que, es justamente Tapachula la ciudad chiapaneca que tiene los mayores registros de cuerpos en fosas comunes. Hasta allá son enviados la gran mayoría de cadáveres encontrados a las orillas de las vías del tren, en recurrentes veredas de migrantes centroamericanos y otras tantas rutas que cobran sus cuotas de vidas humanas año con año.

Del total de los cuerpos encontrados solamente entre el 10 y 20 por ciento logran ser identificados y repatriados con complicados procesos burocráticos que significan gastos importantes y tiempos prolongados para los familiares que, incluso, pueden durar varios años en localizar a sus muertos entre “las entrañas” chiapanecas.

En 2012 el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) se ocupó de ese tema ignorado por los gobiernos de México y Centroamérica: los migrantes desaparecidos y los cadáveres no identificados a lo largo de la ruta migrante. Con organizaciones de la sociedad civil y la Procuraduría General de Justicia de Chiapas, el EAAF se propuso rastrear esos restos anónimos para tratar de devolverles un nombre.

El esfuerzo que se hizo con el financiamiento del EAAF, se concretó en la creación del Banco de Datos Forenses sobre Migrantes No Localizados que incluye el registro genético de 73 cuerpos exhumados en Chiapas y el registro genético de 800 familiares que buscan a los suyos. Sin embargo, debido al tiempo y la falta de datos adicionales, no se lograron encontrar coincidencias concretas.

De momento, el protocolo para el registro de cadáveres sin identificar sólo se sigue cabalmente en el panteón de Tapachula. Aunque el trámite es gratuito para las familias, sólo el proceso de obtención de muestras y patrones de ADN tiene un costo de más de 2 mil dólares. El gasto se subsana exclusivamente con las donaciones que recibe el EAAF.

Lo hecho por la EAAF es hasta el momento el único esfuerzo real y de resultados tangibles que se ha hecho en Chiapas. El resto de la actuación gubernamental sólo se ha limitado en al pronunciamiento de cifras inexactas dentro de los discursos oficiales y simples buenas intenciones que en nada ayudan a la problemática.

Es así como en pleno siglo XXI, la falta de programas especializados en el tema y la nula importancia que los gobiernos de México y Centroamericanos dan a los inmigrantes caídos en la frontera sur mantiene a miles en el olvido del anonimato, convirtiéndolos en los permanentes muertos a los que nadie les llora en Chiapas.