He leído y escuchado con atención el discurso contra la corrupción y la impunidad —y, por supuesto, a favor de la transparencia—, que en días pasados pronunció el gobernador Manuel Velasco Coello. Partes hay que deben considerarse piezas de oratoria, dignas de cualquier ciudadano indignado por la pesada carga de corrupción que está arrastrando a éste país a la debacle definitiva. Me atrajo —y gustó sobremanera— esa parte en la que desglosa los nocivos efectos de la corrupción. Inmejorable.
Ha hablado, el señor Velasco Coello, como el más ferviente persecutor de corruptos, lo cual abre una rendija para creer que, por fin, en Chiapas, habrá cárcel para quienes se hacen millonarios de la noche a la mañana. Me atreveré a decir que ni el más avezado luchador social contra los dos gigantescos cánceres que destruyen al otrora magnífico México (corrupción e impunidad), habría parido tan singular y contundente discurso.
Dijo el gobernador Velasco: “… la corrupción es un mal que amenaza los derechos humanos, amenaza las instituciones democráticas y las libertades fundamentales; frena el desarrollo económico y social; agudiza la pobreza para millones de mexicanos; favorece la consolidación de élites y burocracias políticas y económicas; afecta la credibilidad y legitimidad de los gobiernos e impide que los recursos públicos coadyuven al desarrollo y al bienestar de la sociedad.” ¡Soberbio!
Contundente desde el punto de vista retórico, pero ineficaz y nada convincente, si lo vemos desde la ineludible práctica, que es donde la palabra, cobra poder. Irrecusablemente, asuntos como la transparencia y la rendición de cuentas, merecedores son de acciones inevitables, actos contundentes que, en primer término, devuelvan la autoridad moral a las instituciones y, confianza y credibilidad a los ciudadanos.
La credibilidad en el gobierno de Manuel Velasco Coello, ha sido seriamente afectada por la ausencia absoluta de transparencia, tanto en el gasto público, como en la conducta de muchos de los funcionarios que lo acompañan desde que asumió el cargo. Personajes como Daniel Sandoval Jafif y Ramón Guzmán Leiva, por citar solo dos de tantos casos escandalosos, han sido pieza clave para que la ciudadanía tenga hoy, sus reservas en torno al gobierno.
Independientemente de sus afectos personales, Velasco Coello debe obtener su mayor credibilidad, en acciones contra la corrupción que sienten precedentes y obliguen a sus colaboradores a conducirse con rectitud, decoro y honradez.
La credibilidad no se fundamenta en discursos, sino en actos de efecto permanente y beneficio colectivo. La alta, profunda y ancha corrupción que cotidianamente vemos en dependencias del estado y municipios, ha desgarrado el principio de credibilidad en el Estado. Manuel Velasco obtuvo en las elecciones, el más alto porcentaje de votos que lo legitiman como gobernante; esa legitimidad debe conservarse, atacando frontalmente la corrupción y llevando a los Tribunales a quienes la promueven.
Las instituciones democráticas y libertades fundamentales a que se refiere el mandatario y que, desde su óptica, son afectadas por la corrupción, no son un mito lejano en la historia de Chiapas. ¡Son un hecho irrefutable! La salud de los habitantes del estado, gravemente amenazada por falta de medicamentos que a su vez, no son surtidos por falta de pago a los proveedores. Vemos que no solo la institución de salud está afectada, sino la ciudadanía en general.
El Jefe del Ejecutivo fue claro en su discurso: Aún sus propios funcionarios que sean pillados cometiendo actos de corrupción, serán cesados y encarcelados. La idea es buena. Pero hay que concretarla. Asumimos que, en su condición de gobernante, Velasco sabe que en la secretaría de Educación, los desvíos de recursos, son abrumadores. En la dependencia de Infraestructura, los moches y “comisiones”, son práctica común; debe saber que en la Secretaría de Hacienda, exigen comisiones para pagar los adeudos.
La actual crisis financiera del Estado, se deriva precisamente de la galopante corrupción que, esperamos, combata con efectividad y sin miedo. Nadie ignora que adeudos de la administración anterior, agravan la crítica situación, pero muchos colaboradores de la actual, han contribuido, aprovechando el desorden, a profundizar la falta de dinero para cumplir con las obligaciones gubernamentales.
Aplaudo el discurso de Manuel Velasco; pero es insuficiente; de nada nos sirven grandes lecciones sobre ética, principios, valores, moral si no se actúa en consecuencia. ¿Es en serio, gobernador Velasco que meterá a la cárcel a sus funcionarios que están incurriendo en delitos contra el erario? ¿Habráse dado cuenta que, en el fondo, sus propios funcionarios y “amigos” lo están arrastrando al descrédito? ¿Habrá notado que solo tienden una celada en su contra? Ojalá, Manuel Velasco, se dé cuenta a tiempo que le están traicionando. Y si de verdad quiere acabar con la corrupción, ahí están Sandoval Jafif, Guzmán Leyva, Bayardo Robles, Aguilar Gordillo, Hernández Cruz y muchos otros que han saqueado a Chiapas… ¡Métalos a la cárcel y entonces sí, le creeremos su discurso!