* Actualmente el sistema de videovigilancia de la Ciudad de México opera con aproximadamente 80 mil cámaras activas.
* Según el informe “Incidencia Delictiva de la Ciudad de México”, se han reducido los delitos de acto impacto en un 60.1 %.

Ciudad de México, México. 25 de agosto de 2025.- La seguridad urbana atraviesa una transformación impulsada por la tecnología. Cada vez más, los sistemas de videovigilancia, sensores, centros de monitoreo y redes de comunicación convergen en ecosistemas digitales que permiten además de observar lo que ocurre en tiempo real, interpretar estos datos para tomar decisiones más rápidas, coordinadas y efectivas. La clave está en la capacidad de unificar información dispersa y convertirla en conocimiento accionable.

En México, actualmente el sistema de videovigilancia de la capital opera con aproximadamente 80 mil cámaras activas, muchas de ellas con resolución 4K y visión de 360°, en trabajo conjunto con el Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano (C5). Además, se han incorporado sistemas analíticos que permiten almacenar grabaciones por hasta 30 días y acceder a información georreferenciada en tiempo real. Según el informe “Incidencia Delictiva de la Ciudad de México”, ha habido una disminución del 60.11% en los delitos de alto impacto.

Este modelo tecnológico —que prioriza la interoperabilidad y la inteligencia de datos— está siendo adoptado también en otras ciudades del país. Los sistemas de seguridad generan enormes volúmenes de información, pero su utilidad depende de la capacidad de integrarlos y analizarlos de forma coherente. De lo contrario, se convierten en sistemas fragmentados que dificultan la reacción oportuna y la prevención eficaz.

Por ello, cada vez más gobiernos locales y organizaciones privadas están incorporando soluciones tecnológicas que permiten homologar datos provenientes de diversas fuentes: cámaras, sensores, botones de alerta, sistemas GIS, LPR, sistemas de reconocimiento facial, plataformas de despacho asistido, entre otros. Estas soluciones actúan como puentes entre tecnologías dispares, creando entornos unificados que facilitan la toma de decisiones basadas en evidencia.

"En seguridad, los datos existen, pero el verdadero desafío está en hacerlos hablar entre sí. Cuando integramos información en tiempo real desde distintas fuentes, transformamos la reacción en prevención.", señala Mauricio Swain, CFO de Kabat One.

En ese ecosistema, han surgido plataformas especializadas que aportan una un análisis operativo en tiempo real. Kabat One permite integrar datos desde múltiples sistemas, estandarizarlos bajo una misma lógica y representarlos en visualizaciones claras para el operador. Este tipo de herramientas agilizan la reacción ante incidentes y también ayudan a anticipar patrones, mapear zonas de riesgo y optimizar la distribución de recursos.

Lo relevante de estas soluciones va más allá de su capacidad técnica, es su impacto en la coordinación interinstitucional: permiten que distintos actores desde cuerpos de emergencia hasta áreas de seguridad privada operen bajo un mismo marco de información, evitando duplicidades y mejorando la eficacia operativa.

El avance en infraestructura tecnológica y el enfoque en plataformas interoperables marcan un cambio en la forma en que se gestiona la seguridad urbana. “Se debe reaccionar más allá de los hechos, se debe prever, coordinar y actuar con base en datos confiables. Y si bien la tecnología no reemplaza al factor humano, sí lo potencia: lo hace más informado, más preciso y mejor preparado”, indica el directivo.

Kabat One permite visualizar incidentes, recursos disponibles y patrones de riesgo a través de dashboards intuitivos, lo que mejora significativamente la toma de decisiones tanto en centros de control gubernamentales como en empresas privadas. Funciona en ambientes híbridos —en sitio o en la nube— y ha sido implementada en centros de monitoreo en diferentes estados.

La experiencia mexicana demuestra que cuando la tecnología se pone al servicio de la seguridad, los resultados son tangibles. La combinación de infraestructura robusta, políticas de datos abiertos y plataformas de alto nivel pueden marcar una nueva etapa en la gestión de la seguridad: una donde la información no se acumula, sino que se traduce en acción.

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