* Este trastorno es una pérdida auditiva progresiva vinculada al envejecimiento, influida por factores genéticos, enfermedades crónicas y ciertos medicamentos: MED-EL
* La Secretaría de Salud indica que la pérdida auditiva afecta a una de cada tres personas mayores de 60 años y a casi dos de cada tres mayores de 70.

Ciudad de México, México. 19 de agosto de 2025.- MED-EL, líder en soluciones auditivas, recuerdan la importancia de detectar y atender la pérdida de la audición en personas mayores, un problema que afecta su calidad de vida y puede derivar en aislamiento social y deterioro cognitivo. La pérdida auditiva relacionada con la edad, conocida como presbiacusia, se presenta de manera gradual conforme la persona envejece y puede tener un componente hereditario, además de relacionarse con cambios en el oído interno y los nervios que transmiten las señales sonoras al cerebro.

Las personas con presbiacusia suelen tener dificultad para entender conversaciones, especialmente en ambientes con ruido de fondo, y pueden experimentar intolerancia a sonidos fuertes. Un síntoma frecuente asociado es el tinnitus, descrito como un zumbido constante o intermitente en uno o ambos oídos. En muchos casos, este puede ser la primera señal de principios de hipoacusia.

Factores de riesgo como la hipertensión arterial y la diabetes, muy comunes en la población mayor, incrementan la probabilidad de desarrollar pérdida auditiva. Asimismo, ciertos medicamentos pueden ser tóxicos para las células sensoriales del oído. De forma menos habitual, anomalías en el oído medio, como la otosclerosis, pueden agravar el problema con el paso de los años.

De acuerdo con datos de la Secretaría de Salud, una de cada tres personas mayores de 60 años presenta algún grado de pérdida auditiva, cifra que aumenta a una de cada dos en los mayores de 85. Además, la pérdida auditiva se duplica cada 10 años de vida; actualmente, casi dos de cada tres personas mayores de 70 años la padecen. Estudios del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), han encontrado que el deterioro cognitivo, incluyendo demencia y Alzheimer, puede estar asociado a la disminución auditiva, lo que refuerza la necesidad de una detección oportuna.

Dulce María García Jacuinde, Médico audióloga y de soporte clínico en MED-EL México, señala que: “Hoy contamos con soluciones de última generación para mejorar la audición en adultos mayores, desde auxiliares digitales hasta implantes cocleares de tecnología austriaca. Pero la clave está en detectarlo a tiempo: una pérdida auditiva no tratada no solo afecta la comunicación, también puede deteriorar la salud mental. El apoyo de la familia es vital para evitar que el adulto mayor caiga en el aislamiento y la depresión”.

Algunos de los síntomas de la hipoacusia pueden pasar desapercibidos. Por ello, del especialista r recomienda consultar a un especialista si se presentan síntomas como:

* Problemas para entender conversaciones vía telefónica
* Dificultad para seguir una conversación cuando participan más de dos personas
* Necesidad frecuente de pedir que repitan lo que se dice
* Subir el volumen de la televisión o la música a niveles que incomodan a los demás
* Problemas para escuchar en lugares con ruido de fondo
* Sensación de que los demás murmuran
* Dificultad para entender a personas con voces más agudas

La pérdida auditiva puede presentarse en distintos grados, desde una leve dificultad para percibir sonidos agudos hasta la sordera total. Cada situación exige un abordaje personalizado, que puede incluir desde dispositivos auditivos —como los implantes cocleares— hasta terapias de rehabilitación o intervenciones quirúrgicas, según el origen y la naturaleza de la afección.

La detección temprana, el tratamiento adecuado y el apoyo emocional fortalecen la calidad de vida de las personas con pérdida de audición, además de impulsar su capacidad de socializar y mantener activa la mente.

Especialistas en salud auditiva recomiendan realizar revisiones auditivas periódicas a partir de los 60 años, especialmente en personas con factores de riesgo como la diabetes o la hipertensión, y fomentar entornos comunicativos más amables, donde la paciencia y la empatía sean parte del día a día con los adultos mayores.

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