Ciudad de México. 18 de octubre de 2022.- Las exportaciones del país tienen como base principal a los bienes manufacturados en territorio nacional. De acuerdo con datos del Inegi recopilados por Mundi, el 86.9% de los productos exportados por México provienen de la manufactura; nivel muy superior al 7.3% que aportan los productos petroleros y el 4.2% de los bienes agropecuarios.
De acuerdo con los últimos registros oficiales (2020), el país cuenta con 6,095 entidades que, según el Inegi, están distribuidas en 5 sectores principales: 14.8% se dedican a la fabricación de equipo de transporte; el 11.8% a la industria del plástico y del hule; el 9.3% a la fabricación de productos metálicos y el 7.9% a la industria alimentaria.
El impacto económico de esas compañías es sumamente importante. Tan solo en el primer trimestre de este año, el valor del total de las exportaciones manufactureras fue de USD $103,832,584 millones.
Es por eso que cuidar los procesos de fabricación y permitir que los productores se enfoquen en seguir creciendo es fundamental actualmente, ya que la caída en los niveles de producción de estas compañías sería un golpe directo a las exportaciones y a la economía nacional.
Uno de los motivos más comunes para que las anomalías en producción se presenten radica en la falta de flujo de capital. Las caídas o disminuciones del cash flow, a su vez, se deben a diversos motivos entre los que destaca el hecho de que las empresas deben destinar demasiados recursos al financiamiento de los procesos de exportación.
Es decir, si bien las empresas manufactureras producen mercancías que generan una cantidad muy alta de dinero para el país, es una realidad que antes de cobrar por los lotes vendidos deben financiar costos de exportación como son el pago del transporte de mercancías, combustibles y mantenimiento de los vehículos; o en su defecto hacer el pago de un servicio logístico en caso de no contar con la infraestructura necesaria.
Por eso cuando las empresas se enfrentan al reto de financiar ese proceso, generalmente deben tomar recursos del capital operativo y, si bien al momento de cobrar por el lote vendido recuperarán lo invertido en el traslado, deben buscar la forma de conseguir ese dinero antes de recibirlo.
“Lo ideal para una compañía que además de gestionar los procesos de exportación debe cuidar los niveles de producción que sus clientes demandan es que no toque el capital que requiere para fabricar sus productos al momento de financiar las exportaciones. Tomar dinero que está destinado al pago de los sueldos de los empleados en la fábrica, a la compra de insumos, y al mantenimiento de maquinaria, entre otros ejemplos, para pagar los costes del transporte de mercancías antes de cobrar su venta, es un riesgo muy grande ya que, en caso de cualquier anomalía, se ponen en riesgos los niveles de producción y, por consecuencia, la posibilidad de cumplir con la demanda de los clientes en el extranjero”, explica Paulina Aguilar, co-fundadora y directora de Mundi en México.
El factoraje, entonces, se destaca como una solución digital para las empresas manufactureras de exportación que quieren contar con el capital necesario para el financiamiento de sus exportaciones, sin comprometer los recursos destinados a la fabricación de mercancías.
Se trata de una herramienta que brinda la posibilidad de convertir en efectivo las facturas de exportación de las empresas, de forma inmediata. El factoraje que ofrece Mundi, por ejemplo, le da acceso a las manufactureras a un adelanto de hasta el 90% de sus facturas por cobrar, para entonces financiar el proceso de exportación y seguir operando en fábrica con finanzas saludables. Posteriormente, la empresa recibe el 10% restante, menos un costo mínimo de transacción.
Así, al adelantar sus facturas por cobrar, las empresas mejoran sus flujos de efectivo y reducen la necesidad de buscar créditos bancarios para el financiamiento de sus operaciones diarias y de traslado de productos.
El impacto económico que tienen las empresas manufactureras es muy importante para el dinamismo económico del país, por lo que comprometer sus niveles de producción puede significar un duro golpe para el aporte al PIB que tiene esta industria. Voltear hacia la tecnología y las herramientas digitales como el factoraje se vuelve necesario para preservar el ritmo con el que estas empresas operan actualmente.