Santiago, Chile. 21 de marzo de 2018.- Es una acción humana frecuente, instintiva y esperada, la de evadir sitios abandonados y sucios que el tiempo ha dejado a su suerte. Por otro lado, un espacio verde y limpio, donde abundan las personas que disfrutan de un picnic y que realizan deportes en familia, es una invitación abierta a participar y aprovechar las bondades de su entorno. Un panorama que de seguro nos atrae mucho más que transitar siquiera un minuto por un sitio hostil donde la delincuencia se establece y normaliza.
Justo es esta invitación la que quiso extender la Intendencia de Santiago de Chile al crear las "Plazas de Bolsillo" para sus habitantes. A través de un trabajo intersectorial con el Gobierno Regional y el Ministerio de Obras Públicas, tomó la decisión de intervenir y reutilizar espacios abandonados de la capital con la finalidad de "incentivar los flujos peatonales, transformar la imagen urbana, otorgar seguridad, fomentar la participación ciudadana y diversificar el comercio local". Una idea innovadora en materia de recuperación de espacios públicos que beneficia directamente a sus vecinos pues promueve el esparcimiento y la actividad física al aire libre, convirtiéndolas en una apuesta económica, de rápida ejecución, fácilmente replicable y altamente valorada por las personas.
Las Plazas de Bolsillo “son espacios públicos transitorios que ocupan sitios eriazos abandonados y que están reservados para otras inversiones. Estaban cerrados a la ciudad”, explica el ex Intendente Metropolitano, Claudio Orrego.
Se llaman así porque todos los elementos que la conforman (plantas, juegos, mesas, sillas, food trucks, recipientes para reciclaje, etc.) se pueden trasladar fácilmente a otro sitio una vez que el préstamo de uso caduque. “Estos no son sitios permanentes, es como lo que metes en el bolsillo y después lo sacas de inmediato. Así de fácil es llevarse la plaza”, comenta Orrego.
Pero ¿en qué consiste una Plaza de Bolsillo?
Imagínense un sitio abandonado y sombrío, que colinda con edificios altos, acumula basura diariamente, y es utilizado, en su mayoría, por delincuentes que se sirven de su limitado espacio para pasar desapercibidos en la ciudad. Pues bien, las Plazas de Bolsillo vienen a intervenir este cuadro con pinceles coloridos otorgando luz y visibilidad a un entorno urbano que ha sido devorado por edificios y alta congestión. Es la transformación física de un espacio hostil en una zona amigable con el medio ambiente.
Estas plazas se han consolidado como una excelente alternativa para fomentar el encuentro, la inclusión y el deporte en Santiago. Y como las mejores prácticas son dignas de ser exportadas, la propuesta ya cuenta con un modelo similar, creado en Francia, y que prontamente será replicado en la capital chilena. Se trata de las Canchas de Bolsillo: lugares con terrenos irregulares, inutilizados y ahora pensados para ser intervenidos y ponerlos a disposición de la comunidad para practicar varios deportes al mismo tiempo.
Otra solución que incentiva la vida sana y cuidado al entorno ambiental, al tiempo que combate la contaminación, delincuencia y sedentarismo.