Sobre la Ley General de Biodiversidad y su propuesta de prohibir las pesquerías de tiburones y rayas en México Dr. Juan Carlos Pérez Jiménez Investigador de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR)-Unidad Campeche

Laboratorio de Ecología Pesquera (Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.)

En los últimos días se ha generado una gran preocupación en el sector pesquero por una propuesta que aparece en el proyecto de la Ley General de Biodiversidad que prohibiría las pesquerías de elasmobranquios —tiburones y rayas— en México.

En el artículo 53 de la Ley General de Biodiversidad, publicada el 1 de febrero del presente año en la Gaceta Parlamentaria No. 4957-IV de la Cámara de Diputados se establece lo siguiente: Ningún ejemplar de tortuga marina o elasmobranquio, cualquiera que sea la especie, podrá ser sujeto de aprovechamiento extractivo, ya sea de subsistencia o comercial, incluyendo sus partes y derivados. La prohibición del aprovechamiento extractivo, de las especies de tortuga marina y elasmobranquios, se realizará conforme las disposiciones señaladas por los tratados internacionales de los que México sea parte.

De momento no existen tratados internacionales, de los que México sea parte, que prohíban el aprovechamiento extractivo de tiburones y rayas, solo existe la regulación del mercado internacional de las especies incluidas en la CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres); sin embargo, el hecho de que se considere la posibilidad de prohibir su extracción nos debe hacer reflexionar sobre las implicaciones de esta medida y sobre las necesidades de investigación.

Las implicaciones de la posible aprobación de esta medida son diversas, y entre otras cosas, parece que quienes la proponen no reconocen los esfuerzos de investigación y manejo que se han realizado en el país para guiar a las pesquerías de tiburones y rayas hacia la sustentabilidad; que desconocen que poner en marcha esta medida es poco viable en la mayoría de las regiones y para la mayoría de las especies debido a la heterogeneidad de las pesquerías; que habría un alto impacto socioeconómico; que podría surgir una pesquería ilegal de tiburones y rayas si la medida de prohibición no se acompaña de un programa de apoyo en las comunidades que dependen se estos recursos y que se podría generar una mayor presión sobre otros recursos pesqueros; que deben crear un plan para atender la demanda de proteína que cubre este recurso en México, con una captura de 29,435 toneladas en 2014 (registro oficial más reciente); y que el hecho de que México deje de capturar las poblaciones de tiburones y rayas no significa su protección total, dado que muchas especies son altamente migratorias.

En México, desde 1993 y 1998 no se expiden nuevos permisos de pesca de tiburones para embarcaciones menores y de mediana altura, respectivamente, con el fin de no incrementar el esfuerzo de pesca. Además, en la Norma Oficial Mexicana “NOM-029-PESC-2006” publicada en 2007, se establecen medidas de regulación para las pesquerías de tiburones y rayas, como las especificaciones de los equipos de pesca permitidos, vedas temporales y espaciales, la prohibición de la captura de algunas especies y la exigencia del llenado de bitácoras para las embarcaciones que participan en la pesquería.

Posteriormente, en 2012 y 2014 se establecieron vedas temporales en ambos litorales. Esta revisión no pretende ser exhaustiva y solo se mencionan algunas de las medidas de manejo más significativas que se han derivado de los esfuerzos de investigación del Instituto Nacional de la Pesca, en coordinación con el sector académico. Es importante reconocer que la implementación de estas medidas no ha sido fácil, pero que una constante comunicación con los pescadores ha mejorado su puesta en marcha.

Recientemente en Estados Unidos surgió el debate por la propuesta de prohibición, en ese país, de la importación y exportación de aletas de tiburones. David Shiffman y Robert Hueter discutieron esta medida en un artículo científico publicado en 2017 en la revista científica Marine Policy (A United States shark fin ban would undermine sustainable shark fisheries, disponible en http://dx.doi.org/10.1016/j.marpol.2017.08.026). Los científicos argumentaron que esa medida debilitaría el modelo de manejo sustentable y desincentivaría la adopción de este modelo de manejo en otros países. Los investigadores identifican al menos 10 pesquerías de tiburones sustentables en Estados Unidos e indican que ese es el modelo a seguir en lugar de la prohibición del mercado de aletas, que traería como consecuencia el cierre de sus pesquerías.

También Colin Simpfendorfer y Nicholas Dulvy publicaron el año pasado en la revista Current Biology Magazine un artículo científico que identifica las pesquerías de tiburones sustentables alrededor del mundo (Bright spots of sustainable shark fishing, disponible en http://dx.doi.org/10.1016/j.cub.2016.12.017). Los autores indican que prohibir la pesca de tiburones no es una solución a la sobrepesca que enfrentan algunas poblaciones, porque la mayoría de las especies son capturadas de manera incidental —cuando las especies no son el objetivo de la pesquería— y porque juegan un papel importante para la seguridad alimentaria a nivel mundial. Estos investigadores señalan que una solución factible es encaminarse hacia la pesca sustentable, porque actualmente la captura de al menos 33 especies de tiburones es biológicamente sustentable.

Concluyen que algunas de las lecciones aprendidas para guiar las pesquerías de tiburones hacia la sustentabilidad es proteger aquellas especies con la productividad biológica más baja —en México, la NOM-029-PESC-2006 establece la protección de algunas de estas especies—, que los tratados internacionales contribuyan a la sustentabilidad de las pesquerías —México atiende los lineamientos de la CITES para el comercio internacional de las especies listadas en esa convención—, y que los países desarrollados apoyen la transición hacia la sustentabilidad de las pesquerías en países en desarrollo —en México, investigadores de INAPESCA y del sector académico realizan evaluaciones conjuntas con investigadores de Estados Unidos para especies altamente migratorias, y además, desde hace varias décadas realizan colaboraciones con diferentes instituciones internacionales con el fin de recibir capacitación para mejorar las evaluaciones poblacionales de elasmobranquios—.

Por otro lado, se debe reconocer que en México se requieren más esfuerzos de investigación para guiar a las pesquerías de tiburones y rayas hacia la sustentabilidad mediante un manejo pesquero con bases científicas. En ese sentido, considero que es impostergable la revisión y publicación de los Planes de Manejo de tiburones y rayas para ambos litorales del país.

En los Planes de Manejo se deben de incluir diversas líneas de investigación como evaluar el grado de éxito que han tenido las medidas de manejo en las pesquerías de tiburones y rayas; dar continuidad a los estudios biológico-pesqueros para monitorear la composición de la captura por especie en cada flota pesquera de ambos litorales; continuar con el cálculo de los parámetros de historia de vida por especie para estimar su capacidad para soportar los efectos de la pesca; caracterizar de manera integral todas las pesquerías que interactúan en mayor o menor medida con las poblaciones de tiburones y rayas, para cuantificar sus capturas en pesquerías dirigidas y no dirigidas, y para comprender mejor los efectos de las regulaciones; y realizar una caracterización socioeconómica de los pescadores que dependen de la captura de tiburones y rayas, y así comprender los impactos sociales de las regulaciones.

Además de los modelos convencionales para la evaluación de las poblaciones de tiburones, tales como la demografía o el uso de indicadores pesqueros, es necesario el uso de marcos metodológicos que permitan evaluar la eficacia de las regulaciones que actualmente existen para las pesquerías de tiburones y rayas, e implementar un manejo adaptativo, en el que se revisen y actualicen o modifiquen, en caso de ser necesario, las medidas de manejo vigentes.

También, debemos reconocer que las pesquerías de tiburones y rayas forman parte de sistemas pequeros complejos, en el que interactúan múltiples recursos pesqueros y múltiples actores —pescadores, comercializadores, científicos, autoridades, etc.—, que requieren ser estudiados desde marcos metodológicos holísticos que analicen la interacción entre los sistemas sociales y ecológicos. 

La propuesta de prohibición de la extracción de tiburones y rayas será discutida esta semana por las Comisiones de Medio Ambiente y de Pesca de la Cámara de Diputados y espero que se reconozca que el mejor camino es continuar con el modelo de manejo que permita guiar a las pesquerías de tiburones y rayas hacia la sustentabilidad. Para ello, el Instituto Nacional de la Pesca deberá continuar coordinando los esfuerzos de investigación haciendo participes a las instituciones académicas del país.