Sobre la política de cero tolerancias ante la comunidad migrante Washington, D.C. 19 de junio, 2018.- Todo parece indicar que la política de cero tolerancias ante la comunidad migrante continuará ante los ojos de la comunidad internacional, sin que a nadie parezca interesarle. El conflicto de la administración central con los migrantes sigue escalando, dividiendo familias en suelo estadounidense.

Dos hechos marcan el cambio en el grado de ataque y persecución que sufre la comunidad migrante actualmente: la intensificación de separar los niños migrantes de sus padres mediante las prácticas de “atrapar y soltar”; así como el reciente veto del fiscal general Jeff Sessions para recibir refugiados por violencia doméstica o de pandillas en su país de origen.

Desde hace varios años y dependiendo de la administración en turno, ha existido una implementación diferente en dicha práctica de “atrapar y soltar” aplicada en específico a los niños migrantes y personas en busca de asilo. La esencia de esta práctica es liberarlos de ser detenidos mientras esperan por su audiencia migratoria.

Recientemente, la administración Trump, bajo la reglamentación jurídica de esta práctica heredada, ha intensificado la separación de las familias migrantes. Cuando un adulto migrante es detenido en la unión americana en compañía de un menor, aun justificando su ingreso como asilo para refugiado, el menor es separado de sus padres y el padre permanece aislado hasta ser deportado. Los padres e hijos que huyen de la pobreza extrema o de la violencia, no merecen ser tratados de esta forma.

Donald Trump menciona en su narrativa que una medida para disuadir la llegada de migrantes es la separación de los hijos a sus padres, a pesar de promover en sus redes sociales que es culpa de los Demócratas el que exista esta “ley”. En realidad, las acciones de “atrapar y soltar” a los niños migrantes van más allá de una ley, son un conjunto de políticas y reglamentos que tienen su origen en la administración republicana de George W. Bush.

El problema es que no existe un mandamiento legal que requiera a la administración Trump separar a los niños de sus familias, hasta que la política de cero tolerancias de Sessions lo convirtió en una práctica.

Para Trump la justificación de su actuar está en el apego a la ley, falsamente culpando a los demócratas por haberla creado por lo que actúa sin sentir culpa alguna por las repercusiones a nivel personal de cada niño separado de sus padres. Los niños que ingresan con sus papás y son separados, pasan a la responsabilidad de la Oficina de Asentamiento de Refugiados, la cual busca un tutor legal en la Estados Unidos para el menor.

Recordemos que, en el mes de febrero, 71 legisladores demócratas se pronunciaron consternados por la política de persecución de migrantes, que basa su metodología en separar a los hijos de los padres, obligándolos a permanecer meses, sin saber uno del otro.

Una completa violación a los derechos humanos de los niños separados

Nadie piensa en los niños separados, los niños separados pasan días, semanas y meses sin saber de sus padres, no tiene contacto alguno con relativos o familiares y esto ocasiona un daño psicológico. Es bien sabido que también llegan a ser explotados en materia laboral y en ocasiones sexual.

Los niños muchas veces no encuentran un tutor legal debido al miedo que se tiene por parte de sus familiares de ser localizados y ser deportados por su estatus migratorio. Con esto, aumenta el número de casos de niños separados de sus padres.

Cabe destacar que la estancia promedio de los niños en los refugios del Departamento de Salud y Servicios Humanos aumento en 2018 a 57 días, en comparación con los 51 del año 2017.

Pero ¿qué pasa con los niños que llegan solos?, Steven Gagner, funcionario del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por sus siglas en inglés) testificó que, de la cifra utilizada por el HHS de 7, 635 niños que llegaron a la unión americana sin acompañamiento de un adulto, se obtuvieron los siguientes datos al tratar de ser localizados:

6, 075 se encontraban aún con el tutor asignado

28 escaparon de sus tutores

5 fueron deportados

52 viven con otra persona distinta a su tutor

1, 475 niños no son localizados al no haber respuesta por parte de los tutores o padres.

Otro dato fatal, es que, de acuerdo al Departamento de Salud y Servicios Humanos, “no es su responsabilidad legal ubicar a los niños, posterior a su liberación por parte de la Oficina de Reubicación y Refugiados”.

La política de cacería

A pesar de que el número de inmigrantes ilegales capturados en la frontera el año pasado fue el más bajo desde 1971 según las estadísticas de la Patrulla Fronteriza, las acciones en contra de los migrantes se siguen intensificando. Una política de cacería significa pasar de lineamientos operativos especiales para aplicar la separación familiar, a una política de persecución de cualquier adulto o niño migrante.

La política migratoria no debe utilizar medidas de miedo e incertidumbre en niños que buscan mejorar sus condiciones de vida, este tema debe ser tratado con apego a los derechos humanos más básicos, cosa que la administración no implementa.

A lo largo de la historia se ha demostrado una y otra vez que lo que se considera como legal termina siendo un asunto de poder y no de justicia. Hoy día, Trump busca que el miedo y la xenofobia al migrante se vuelva una ley generalizada.

Con su actuar, queda claro que la administración Trump, tiene un desdén hacia los niños inmigrantes. Si no podemos imaginarnos a nuestros propios hijos siendo arrancados de nuestros brazos, no podemos permitir que el gobierno use sus poderes para desgarrar a estas familias solo porque son inmigrantes. Esto no debería ser la historia o el legado de nuestra nación.

A la fecha, se han publicado informes inquietantes que muestran niños en jaulas y condiciones deplorables; esto debe terminar. Los niños inmigrantes son nuestra población más vulnerable y no deben ser privados de su libertad o maltratados, bajo condiciones miserables. La balanza tiene que cambiar: deben tener una mayor protección mientras que sus abusadores deben ser castigados.

Las acciones hablan más que las palabras, y el hecho de intensificar los ataques contra los migrantes escalándolos a los niños o las mujeres, expone el paso de una política del miedo a una política del odio. No dejemos que el odio, el racismo y el etnocentrismo nos regrese a una época de oscuridad y represión. Recordemos que la mayor parte de la comunidad latina ya establecida en los Estados Unidos es migrante en su origen y esto nos afecta también a los latinos con residencia legal.

No debemos olvidar nuestras raíces, y por lo mismo debemos actuar políticamente en conjunto, votando por un contrapeso en el Congreso que haga un alto y pare de lleno la guerra directa que Trump ha decidido empezar contra los migrantes y sus niños.