Expertos en Asuntos Ambientales y Energéticos están disponibles para Comentar sobre el Comienzo de las Negociaciones del TLCAN en Washington, D.C. Por Amanda Maxwell*

WASHINGTON, D.C. – El 16 de agosto, negociadores de los Estados Unidos, México y Canadá comenzarán charlas para la modernización del Acuerdo de Tratado del Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Expertos del Consejo de Defensa de Recursos Naturales (NRDC por sus siglas en inglés) estarán disponibles para hacer comentarios sobre los retos y oportunidades relacionados con asuntos ambientales, energéticos y de conservación. 

¿Qué?: Expertos del Consejo de Defensa de Recursos Naturales y Voces Verdes estarán disponibles para comentar sobre el comienzo de las negociaciones del TLCAN del 16 al 21 de agosto.

¿Quién?:  Amanda Maxwell, Directora del Proyecto de Latinoamérica

Adrianna Quintero, Directora Ejecutiva de Voces Verdes

Carolina Herrera, Defensora de Latinoamérica 

¿Cuándo?: 16 al 21 de agosto de 2017.

¿Qué es lo que falta en las prioridades del TLCAN de EE.UU. y México? Las Comunidades y el Planeta

La renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA por sus siglas en inglés) ha sido un tema internacional de discusión y de conjeturas durante muchos meses. Esa conversación cambiará de especulación a contenido cuando negociadores de México, Canadá y Estados Unidos se sienten para llevar a cabo la primera ronda de negociaciones el 17 de agosto. Los únicos indicadores concretos con los que contamos para evaluar a lo que los EE.UU. y México le darán prioridad en las pláticas, son los resúmenes de los documentos que cada uno dio a conocer recientemente. Desafortunadamente, ambos documentos abordan de manera inadecuada el medio ambiente, la fuerza laboral o las preocupaciones por el cambio climático. Los objetivos de los EE.UU. no abordan las principales deficiencias de acuerdos comerciales anteriores como el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), y están muy lejos de ser “un mucho mejor acuerdo para los estadounidenses” que el presidente Trump prometió. Las prioridades mexicanas solamente mencionan cuestiones ambientales transitorias, y resaltan la explotación de combustibles fósiles como una oportunidad económica del siglo 21. Temas como las normas de origen, propiedad intelectual y aranceles de importación juegan papeles principales – y ciertamente todos son temas importantes que necesitan ser actualizados. Sin embargo, la renegociación del TLCAN debería establecer un nivel más alto en términos de objetivos para proteger a las personas, al planeta y a los trabajadores de lo que hemos visto en estos documentos.

Aquí presentamos un breve vistazo a las prioridades de los dos países relacionadas específicamente a temas del medio ambiente y tres de nuestras principales preocupaciones.

El Mecanismo de Solución de Disputas Inversionista–Estado debería ser eliminado.

Uno de los más grandes problemas con el TLCAN existente es la Solución de Disputas Inversionista–Estado (ISDS, por sus siglas en inglés), el sistema que le proporciona a las compañías lo necesario para atacar las protecciones medioambientales y de salud pública. Este sistema les permite a compañías multinacionales eludir a las cortes comunes y acudir a tribunales privados para exigir dinero de los contribuyentes para políticas que afectan sus balances. Las corporaciones han usado este mecanismo de TLCAN para objetar prohibiciones sobre químicos tóxicos, decisiones de los paneles de revisión ambiental y las protecciones para nuestro clima. Han extraído más de $370 millones de los gobiernos en estos casos y las reclamaciones pendientes del TLCAN ascienden a un total de más de $50 mil millones.

El nuevo TLCAN debería de eliminar la ISDS. En vez de esto, el plan de la administración de Trump mantener la capacidad de las empresas de objetar las salvaguardas ambientales, de salud pública y demás por medio de estos tribunales privados, similar a lo que estaba en el TPP. EL NRDC (Consejo para la Defensa de Recursos Naturales) se encontraba entra muchas organizaciones opuesta a las disposiciones de ISDS en el TPP. Cabe destacar que Trump mismo rechazó el TPP después de tomar posesión del cargo.

Las prioridades de México para el TLCAN tampoco logran eliminar la ISDS. Solamente ofrecen lenguaje vago para “modernizar todos los mecanismos de resolución de disputas” en el TLCAN, incluyendo la ISDS, para hacerlos “más agiles, transparentes y efectivos.” Esto no proporciona garantía alguna a los ciudadanos de que los pueblos en los que viven, el agua que beben, o que el aire que respiran serán protegidos de las corporaciones por el acuerdo.

Al no eliminar la ISDS ambos gobiernos estarían aliándose con el sector corporativo por encima de los trabajadores y las comunidades al permitirles a las compañías el seguir pisoteando el medio ambiente y pagarles para hacerlo con dinero de impuestos.

El cambio climático está completamente ausente.

El cambio climático es el desafío global de nuestro tiempo que afecta todos los demás asuntos – la seguridad, la economía, la geopolítica y sí, el comercio. Hace poco más de un año, el entonces presidente Obama, el presidente Mexicana Peña Nieto y el primer ministro canadiense Justin Trudeau anunciaron un número de metas trilaterales para combatir el cambio climático. Renegociar el TLCAN es una clara oportunidad para continuar alentando soluciones para el cambio climático entre los tres países en una amplia gama de sectores, mientras crean empleos y crece la economía.

Lamentablemente, la actual administración de los EE.UU. ha perdido esta oportunidad. La completa omisión del cambio climático de los objetivos los EE.UU. no es para nada sorprendente, dado que el presidente está planeando de manera negligente retirar a los EE.UU. del Acuerdo Climático de París.

Es quizás más sorprendente, y por lo tanto aún más desalentador, que la lista de prioridades de México tampoco incluye al cambio climático. México es visto a nivel mundial como un líder en cuanto a política del cambio climático, y la administración de Peña Nieto ha señalado en repetidas ocasiones su intención de reducir las emisiones de efecto de gas invernadero y ayudar a su gente a adaptarse a los peores efectos del calentamiento global. Esta es un área en la cual los negociadores mexicanos, y esperemos que también los canadienses, puedan presionar a la administración de EE.UU. para que reconsideren su postura.

Estándares ambientales y laborales necesitan ser específicos, fuertes y obligatorios.

Los EE.UU. pretenden incluir ambas secciones, la ambiental y la laboral, dentro del texto principal del acuerdo. Esto ciertamente es una mejora sobre el TLCAN actual, en donde se encuentran relegadas a acuerdos laterales no obligatorios. Sin embargo, el lenguaje específico utilizado en estas secciones revela que la administración no planea hacer mucho para proteger a los trabajadores, a las comunidades y a los recursos naturales de los cuales todos dependemos. Muchos de los puntos ambientales parecen ser copiados del TPP, los cuales recibieron fuertes críticas por parte de expertos del medio ambiente y científicos por no ser lo suficientemente fuertes. Años de experiencia han demostrado que el solo hecho de incluir estas disposiciones en la base del acuerdo no lleva a una aplicación sólida de la misma. Los EE.UU. han fallado en presentar un caso comercial contra ningún país (autorizado bajo recientes acuerdos comerciales) por no cumplir con las obligaciones medioambientales, a pesar de claras violaciones. Palabras fuertes sin la aplicación de la ley no llevan a un cambio real en el terreno.

Del mismo modo, la lista de prioridades de México incorpora preocupaciones ambientales de una manera muy general en el segundo de sus cuatro puntos, “Avanzar hacia un comercio regional inclusivo y responsable,” en donde también menciona problemas laborales y de género. El plan es “fortalecer la cooperación y el diálogo entre los países del TLCAN en materia de comercio y medio ambiente, y buscar mejorar la infraestructura fronteriza.” Este lenguaje evasivo y vago, y por lo tanto no proporciona ningún tipo de dirección real.

Estas deficiencias son aún más desalentadoras dadas las múltiples oportunidades que ambas administraciones han organizado para escuchar mejores opciones. El gobierno mexicano recibió comentarios públicos del 1 de febrero al 26 de julio de 2017, y mantuvo un “diálogo constante” con los sectores productivos en el país. El represente de comercio de EE.UU. solicitó aportaciones durante audiencias públicas, “docenas de reuniones,” y un período de comentarios públicos. Desafortunadamente, el resultado de todas esas aportaciones es un conjunto de objetivos que ignoran por completo el cambio climático, establecen un nivel muy bajo para asuntos ambientales y laborales, y continúan favoreciendo compañías multilaterales por encima de las comunidades.

Ojalá los negociadores aspirarán a algo mucho mejor cuando tengan lugar la primera ronda de conversaciones del 17 al 20 de agosto en Washington DC. 

Amanda Maxwell es la Directora del Programa para América Latina del National Resources Defense Council