* En conferencia organizada por el IEPC, se alertó sobre el uso de narrativas que intentan imponer un “mundo feliz” y evitan el debate público.
* Reyes Guevara afirmó que México aún no alcanza una polarización extrema, pero existe una tendencia preocupante hacia ese escenario.
* El académico sostuvo que la crítica sigue siendo un elemento sano del espacio público, aunque a menudo sea mal recibida por actores políticos.

Ainer Marroquín / Mural Chiapas

Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. 19 de Noviembre del 2025 (muralchiapas.com).- A fin de comprender el impacto que conlleva el uso de las redes sociales en la comunicación de las y los políticos mexicanos, especialistas en materia electoral consideran que en el país existe una crispación política notable, la cual se incrementa en periodos donde la ciudadanía ejerce su derecho a la expresión y a la manifestación para recordarle a la clase política que debe reflexionar y debatir sobre los temas que más afectan a las y los mexicanos.

Alexander Reyes Guevara, profesor investigador de la Escuela Judicial Electoral (EJE), presentó la conferencia Comunicación política y redes sociales. ¿Cómo superar los retos para la democracia?, en la que expuso que uno de los problemas actuales de la clase política es la incapacidad de entablar una comunicación accesible y eficiente con las personas, coincidan o no con sus posturas. Esto configura un modelo de comunicación política orientado únicamente a legitimar su autoridad y liderazgo, dejando de lado la capacidad de escuchar y aprender de aquello que no se está haciendo bien.

Durante la conferencia —organizada por el Instituto de Elecciones y Participación Ciudadana (IEPC)—, el especialista señaló que el modelo de comunicación política es fundamental para la estructura y el desarrollo del derecho electoral, pero que, en ciertos casos, este se desvía cuando se promueven discursos que solo buscan imponer una narrativa, como la de un “mundo feliz”.

Respecto al actuar de algunos actores políticos, como las y los diputados federales por Chiapas, manifestó que a menudo los funcionarios parlamentarios se limitan a intentar imponer una narrativa y una retórica que únicamente beneficia causas partidistas y personales, dejando de lado el interés social.

Reyes Guevara sugirió que, si bien la situación actual aún no ha escalado completamente a un estado de polarización extrema, es crucial reconocer que existe una tendencia preocupante hacia ella.

Por ello, el investigador rechazó la idea de que la sociedad haya alcanzado ya un punto crítico de polarización. Sostuvo que, mientras persistan diversas posturas y diferencias políticas —las “propias posturas políticas”—, no puede hablarse de una fractura irreparable entre dos bandos irreconciliables, ya que todavía existe un margen para el debate y la coexistencia de ideas, aunque este sea reducido.

Subrayó que la crítica, aunque necesaria y persistente, suele ser mal recibida; sin embargo, este hecho no constituye por sí mismo el resultado final de una polarización total, puesto que la crítica continúa siendo un componente activo del espacio público.

“Yo no considero que podemos señalar que hemos llegado a esas instancias, pues parte de las propias posturas políticas, parte del hecho de la crítica, que a veces no se recibe de la mejor forma. No creo que hayamos llegado a eso, pero debemos ir trabajando para no llegar a esos puntos de polarización. O sea, creo que sí debemos trabajar para evitar ese tipo de situaciones”, planteó el investigador.

De este modo, sostuvo que, a pesar de las fricciones actuales y de la dificultad para aceptar las críticas, la sociedad aún no ha cruzado el umbral hacia una polarización total y destructiva. La diversidad de posturas políticas demuestra que el debate y la pluralidad todavía existen, lo cual impide un quiebre social completo.

No obstante, reflexionó que el trabajo social y político debe enfocarse urgentemente en evitar que se alcance ese estado de polarización extrema. El objetivo —añadió— debe ser trabajar activamente en la prevención de dicha escalada para impedir que el país o la sociedad caigan en dinámicas de división absoluta.

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