No cabe duda que la simulación democrática en Chiapas se cuece aparte, con partidos confeccionados desde la misma Casa de Gobierno y un control casi absoluto sobre las distintas fuerzas políticas locales que se tienen repartida a la entidad entre verdes, morados, rojos, amarillos y otros tantos colores improvisados, bajo las órdenes del mismo jefe.
El ejemplo más reciente del poder hegemónico que tiene el Estado sobre el “modelo democrático” en Chiapas se hizo palpable hace sólo unos días cuando el Instituto de Elecciones y Participación Ciudadana (IEPC) otorgó a los “partidos de gobierno” más dos tercios del presupuesto total destinado al financiamiento público de los partidos políticos.
Fue así como el ya de por sí desacreditado árbitro electoral asignó 112 millones (de los 156 millones disponibles) a los partidos bajo control gubernamental: Partido Verde Ecologista de México (PVEM), Partido Revolucionario Institucional (PRI), Chiapas Unido y Mover a Chiapas. En un hecho que resulta legalmente justificable, pero evidentemente cínico e inmoral.
Como era de esperarse el que mayores recursos obtuvo fue el Partido Verde Ecologista que se embolsó 47 millones 285 mil pesos del presupuesto general. El Verde en Chiapas consiguió, incluso, más presupuesto anual que el Partido Acción Nacional (PAN), el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) junto.
Con base al índice de votaciones emanado del fraudulento proceso electoral pasado, entre los autoasumidos partidos de oposición, el PAN fue quien menos presupuesto obtuvo con 13 millones 645 mil pesos, seguido del PRD con 13 millones 709 mil y Morena con 17 millones 491 mil pesos.
El PRI fue el segundo mejor financiado en Chiapas con 30 millones 848 mil pesos, dejando a partidos practicante de reciente creación como Mover a Chiapas y Chiapas Unido con presupuestos superiores a los 16 millones 600 mil pesos.
El reparto del presupuesto destinado al financiamiento de los partidos políticos en la entidad expresa claramente la realidad política que hoy vive Chiapas, donde el absolutismo gubernamental no sólo tiene secuestrados a los tres poderes, sino también mantiene a todo el estado en una lamentable simulación democrática.
El modelo hegemónico basado en la creación de “partidos satélites” bajo control gubernamental para mermar y obstaculizar a los partidos de oposición, al tiempo de simular un ambiente de alternancia partidista, no es nada nuevo. Ya ha sido aplicado por gobiernos autoritarios en otros estados del país con resultados lamentables para la lacerada e incipiente democracia mexicana.
Es evidente que hoy en Chiapas se aplica una desarticulación sistemática a la oposición política desde los mismos órganos electorales, mediante estrategias tramposas y fraudulentas que sólo pueden ser causa de vergüenza e indignación.
Con el despliegue de toda la maquinaria gubernamental para consumar los fraudes electorales más escandalosos de los que se tenga memoria en Chiapas durante el pasado mes de julio, los partidos de oposición en la entidad han quedado reducidos y aplastados para estorbar lo menos posible al proyecto sucesorio de 2018 que –cabe mencionar- ya ha demostrado también no ser tan sólido y seguro como creen los actuales dueños del poder político en la entidad.