No había transcurrido ni una semana de que el INEGI colocara a Tuxtla y Tapachula como dos de las seis ciudades con mayor percepción de inseguridad, y la capital chiapaneca se vistió muy pronto de una cascada de episodios violentos. Balaceras, persecuciones, el feminicidio de una niña y un ataque armado contra trabajadoras del Poder Judicial han hecho que la realidad supere por mucho a cualquier percepción proyectada por las cifras oficiales.
Fue el pasado 21 de octubre cuando el INEGI hizo pública su última Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), colocando a Chiapas nuevamente “en el ojo del huracán”. Y es que, por primera vez, las dos principales ciudades de la entidad, y las únicas dos incluidas en el estudio nacional, se colocaron dentro de las seis con mayor percepción de inseguridad.
En sólo tres meses Tapachula escaló cuatro lugares para colocarse a la cabeza de la lista, con una percepción de inseguridad superior al 91%; mientras la capital chiapaneca disparó sus indicadores para meterse al top seis entre las ciudades del país que mayor sensación de inseguridad genera a sus habitantes. Sin embargo, ¿qué dicen las cifras oficiales al respecto?
De acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNPS), de enero a agosto del presente año la Fiscalía General del Estado registró un total de 476 muertes violentas en la entidad. Del total de las muertes, en 332 casos las víctimas fueron abatidas por arma de fuego. En general, la cifra de muertes violentas dentro de la entidad reportó un aumento de casi el 30% por ciento en comparación con el mismo periodo del año pasado.
Sin embargo, es en la estadística de homicidios dolosos donde el repunte porcentual es más preocupante. Ahí, según el Observatorio Nacional Ciudadano, durante el primer semestre del presente año la cifra de homicidios dolosos se concentró justo en 12 municipios de la entidad: Tapachula, Suchiate, Tuxtla Gutiérrez, Villaflores, Pantelhó, Villa Corzo, Chiapa de Corzo, Berriozábal, Tila, Pueblo Nuevo Solistahuacán, Ocozocoautla y Palenque.
Tan sólo en esos municipios, de enero a julio, se registraron 211 asesinatos con dolo, muy por encima de los 89 documentados durante el mismo periodo de 2023. Y es que, según especialistas en la materia, debido a que no existen cifras oficiales sobre ejecuciones (por su clasificación en las carpetas de investigación), el dato que podría dar un panorama más cercano es justamente el de los homicidios dolosos.
Y es que, la violencia en todos los estratos ha cimbrado fuerte, con agresiones fuera de toda proporción, que ya no tienen ningún límite ni consideración. Basta recordar las ejecuciones este mes de octubre de los niños Ricardo y Arón, en Tapachula y Tuxtla Gutiérrez, respectivamente. A Ricardo, de 16 años, lo ejecutaron a la puerta de su casa luego de grabar entre juegos un asesinato, mientras a Aarón, de 11 años, le arrebataron la vida en un ataque armado cuando su papá lo llevaba a la escuela.
La ola de episodios violentos se ha desbordado con una serie de persecuciones, enfrentamientos, crímenes y agresiones armadas que evidentemente han ido mucho más allá de las percepciones. Se trata pues de una violencia creciente que ha alcanzado a los indefensos, tanto en Tuxtla y Tapachula, como en el resto de los municipios de Chiapas donde las mediciones nacionales aún no llegan para conocer la dimensión real de su situación… así las cosas.