MARGARITA: Casi todos en este país, por no decir todos, le debemos algo a Acapulco. Noches de Luna de Miel, aventuras de fin de semana, vacaciones en las playas, juergas, inspiración para canciones y novelas, y días esplendorosos con noches luminosas de bohemia.
Muchos, los que pudieron, cambiaron su residencia frente a la hermosa bahía. A otros los acogió para sus retiros temporales. A incontables empresarios les permitió hacer grandes negocios, con hoteles, restaurantes y fraccionamientos.
Yo viví allá dos años cuando un gran amigo y maestro, MAURO JIMENEZ MORA, me dio chamba en su periódico diario de cuatro planas. En Acapulco conocí a LINDA, la sobrecargo de la Western Airlines con la que me casé 48 horas después de haberla conocido en la barra del “Armando’s le club” y me llevó a vivir a San Francisco. Cubrí profesionalmente la información de cuando menos dos “Reseñas Cinematográficas” y asistí a la desaparición de los antiguos antros, como “El Zorro” y el nacimiento de las primeras discotecas: Armando’s Le Club, Tequila a Go Gó y el Baby’O. ¡Cuántos recuerdos! Cuántas historias, algunas de ellas cobran vida en mi novela “La Condesa Livadi y otros naufragios”.
Las noches en el “Paradise” eran inolvidables. Los bares de La Condesar ebozaban de música, tragos y gente; eran de antología. En la costera se deslizaba los fines de semana, el gusano de automóviles defeños, y en la terraza del hotel La Quebrada los turistas nacionales y extranjeros se maravillaban con los clavados de “El Chupetas” y su grupo de arrojados lancheros.
Acapulco se rompió. Hoy está devastado. El huracán Otis terminó con la leyenda.
Estamos de luto, estamos obligados a ir en ayuda de Acapulco. Escribir nuevas historias con la mano tendida.
Tiene reparación, pero llevará tiempo. Los vientos del Otis desgarraron vidas e infraestructuras. Desgarraron la bahía. Desgarraron el alma.
Existía un Fondo para el rescate y emergencias naturales, el FONDEN, pero el que decide con caprichos decidió extinguirlo porque, dijo, era un robadero; sin embargo, ahora resulta, al ver la gravedad de las cosas, mandó a decir que no lo canceló, sino que ahí está y hay dinero para resarcir los daños.
Acapulco fue devastado por el huracán que entró a la bahía con una fuerza descomunal, nunca antes vista. ¿Dónde está en FONDEN?, pregunta la gente. El inquilino de Palacio lo resucitó cuando vio el desastre: Hoteles, restaurantes y los negocios que bordean la hermosa bahía quedaron en ruinas.
El gobierno de México contaba hasta julio de 2021 con el Fondo de Desastres Naturales (Fonden), para emergencias. Creado en 1999 para ayudar a pueblos y ciudades afectados por meteoros naturales; LOPEZ OBRADOR tuvo la ocurrencia de desaparecerlo porque se prestaba mucho a corrupción, dijo él, cuando en realidad el Fonden era un instrumento financiero de Sistema Nacional de Protección Civil que destinaba recursos para emergencias que no se podían presupuestar porque eran circunstanciales.
Como justificación para desaparecer el fondo, el presidente lo calificó de 'caja chica millonaria', que servía para inflar los precios de lo que se compraba, por lo que en octubre de ese 2021, con el voto de los diputados de MORENA el Congreso de la Unión acabó con el Fonden, que contaba entonces con una bolsa de 6 mil 861.2 millones de pesos.
Muchos fideicomisos han desaparecido “para ahorrarle dinero al erario y acabar con el despilfarro”, pero en realidad ese dinero lo ha reasignado a las obras de relumbrón de LOPEZ OBRADOR. No fue ahorro, fue quitarle a unos para dárselo a otros.
El Fondo de Desastres Naturales de México fue creado a finales de los años 90 para apoyar a comunidades e infraestructuras afectadas por desastres naturales. Era financiado a través del Presupuesto de Egresos de la Federación. Cuando había una declaratoria de desastre o emergencia, el gobierno federal entregaba los recursos en especie o en efectivo, de acuerdo con los daños que se determinaban a través de un censo que realizaba in situ un comité técnico de evaluación.
A través del Fonden, el gobierno federal atendía los daños ocasionados por los desastres naturales, imprevisibles, en vivienda, carreteras, hospitales y en general la infraestructura pública, cuya gravedad rebasaba la capacidad de los recursos municipales y estatales.
Cuando ocurría un desastre el Fonden se encargaba de la reconstrucción en el estado o participar hasta con un 50%, dependiendo del tipo de infraestructura a reparar. O bien, cuando se trataba de una emergencia, la secretaría de Gobernación adquiría los insumos necesarios e instruía a los proveedores para que los entregaran a las autoridades estatales.
Ahora resulta que, ante la gravedad de los efectos de OTIS en Acapulco y parte de la costa grande de Guerrero, y ante la pregunta de cómo va a hacer el gobierno para la tarea de reconstrucción, GABRIEL YORIO, subsecretario de Hacienda, informó este 25 de octubre, o sea anteayer, que el Fonden actualmente tiene una bolsa de 17 mil millones de pesos. No sólo revivió al mecanismo, sino que dio una cifra alentadora para paliar el descrédito.
El presidente presuntamente fue y se reunió con su gabinete, pero no hay gráficas ni testimonios de su presencia en Acapulco, más que del atasco del jeep del Ejército en la carretera. Tardó muchas horas en su teatralizado viaje no obstante los recursos a su alcance. ¿Cómo creer todo esto, cuando los enviados de Televisa llegaron pocas horas después de que el huracán pegó? Su viaje fue presuntamente ayer, toda una odisea, y esta mañana ya estaba en Palacio Nacional dando su conferencia de prensa.
NO ES HORA DE RECLAMOS, YA ES TARDE; ES HORA de acudir en ayuda de Acapulco. Pagarle de alguna manera los años o semanas o días de placer que nos ha dado. ¿Cómo? Organizándonos para recolectar la ayuda y enviar nuestra solidaridad a su gente, en ropa, alimentos y productos que les sirvan para que la desgracia sea menos dolorosa.