Con las aspiraciones electorales multiplicadas en distintos frentes de la política estatal, son cada vez más los que levantan la mano o aseguran ser los ungidos prematuros. Sin embargo, la disputa por la principal candidatura de Morena en Chiapas está cerrada a no más de cuatro con posibilidades reales. Uno de ellos es justamente Eduardo Ramírez Aguilar, cuya persistencia política y trabajo de estructuras lo tienen hoy, guste o no, entre las cartas más fuertes rumbo al 2024.
Negar las amplias posibilidades de Ramírez Aguilar dentro de la contienda interna morenista sería francamente deshonesto. Y es que, pese a las desventajas que podrían implicar las filias o fobias del pasado, durante los últimos años el comiteco no ha cesado en tejer alianzas dentro de las cúpulas nacionales y acrecentar su estructura electoral dentro de Chiapas para abonar el terreno a la hora de medir fuerzas en las definiciones finales.
A estas alturas, el principal objetivo político de Eduardo Ramírez Aguilar ya no es un secreto para nadie. Lo ha perseguido abiertamente desde hace al menos seis años, cuando a finales de 2017 y principios de 2018 inició un movimiento de resistencia para buscar la candidatura al gobierno del Chiapas, pero los pactos superiores no lo beneficiaron, abriéndole así una nueva ventana de posibilidad en el Senado de la República para prepararse rumbo a la siguiente contienda estatal del, ahora próximo, 2024.
Por eso no quitó el dedo del renglón. Desde su elección como senador en 2018 decidió iniciar un trabajo permanente para mantener vivas a las entonces estructuras verdes existentes. Finalmente, él mismo se había encargado de organizar y alimentar a las principales redes electorales del Partido Verde durante los seis años de gobierno en Chiapas. Y así lo hizo. No sólo evitó que se diluyeran con el cambio de administración y partido gobernante, sino las mantuvo activas y fortaleció.
Así, muchas de las principales redes político-electorales del gobierno pasado terminaron quedando bajo control de él y su equipo cercano. Por eso no extraña en nada la notoria capacidad de movilización que tiene hoy para sus eventos públicos, aún sin tener a su disposición alguna estructura institucional que facilite las cosas. Es, de alguna manera, el único de los cuatro punteros sin ningún aparato gubernamental detrás, que opera bajo pura estructura política-electoral; y ahí está su principal capital de contienda o negociación.
A nivel nacional ha forjado estrechas alianzas con personajes como Ricardo Monreal, además de tener constantes acercamientos con otros presidenciables para poner a su disposición toda su capacidad de movilización en Chiapas. Eduardo Ramírez sabe perfectamente que tiene una de las estructuras electorales mejor articuladas en la entidad chiapaneca, lista para ponerse sobre la mesa de negociación a la hora de las definiciones, y por eso no ha quitado el dedo del renglón.
Está plenamente consciente de que -hoy por hoy- es una de las figuras más fuertes para la contienda interna de Morena, y la única apuesta viable de los Verdes en Chiapas; además de saber que su capital político-electoral también resulta atractivo para otras fuerzas políticas ávidas de competir por votos en el próximo proceso electoral. Por eso, las posibilidades de Eduardo Ramírez deben tomarse muy en serio, por que tiene con qué sentarse a competir o negociar y, seguramente, no se quedará sin una rebanada del pastel electoral al final de cuentas… así las cosas.