Urgen cambios en el patronato tras fracaso de Feria Chiapas 2022 (En la Mira) Héctor Estrada Tras dos años de espera después de la pandemia de Covid-19, la Feria Chiapas regresó este 2022 para convertirse en otro rotundo fracaso. La mala organización, los costos excesivos y la falta de atracciones novedosas hicieron del evento una decepción generalizada y un duro descalabro financiero para quienes este año se atrevieron a invertir dentro del complejo.

Sin ninguna justificación previa, al Patronato de la Feria, encabezado por Manuel Pariente Gavito, se le ocurrió este año elevar los costos de acceso al público en general, pasando de 30 a 80 pesos por adulto. Incluso, el último fin de semana se intentó subir el precio de entrada a 100 pesos, pero las críticas en redes sociales hicieron que la decisión se echara para atrás.

No importó que, a excepción del día inaugural, los 11 día de feria trascurridos el complejo hubiese estado prácticamente vacío. Y en los mejores casos muy por debajo de la mitad de su capacidad. El propio presidente de la Asociación de Antros, Bares y Restaurantes de Tuxtla Gutiérrez, Luis Humberto Marrufo, fue determinante en señalar el fracaso del evento.

“Después de 3 años de espera para nuestra querida Feria Chiapas, una espera que nos llenaba de ilusiones y esperanza, me causa una gran tristeza ver cómo estuvo casi semivacia, en día VIERNES y con una de las mejores bandas de la historia de este país como la BANDA EL RECODO, sin duda hay muchas cosas que se tienen que replantear para que el fracaso de este año, no se repita”, dijo textualmente en sus redes sociales.

Y es que, esa percepción fue prácticamente generalizada. Desde el inicio, con la cartelera intrascendente, el anuncio de las mismas viejas atracciones y los nuevos costos de acceso general, dio la impresión que ni siquiera había ganas de organizar el evento. Incluso parecía que se tenía toda la intención de darle el “tiro de gracia” y dejarlo morir este año.

Desde el Patronato hubo hermetismo para el manejo de información, por lo que sus procesos de comunicación hacia la ciudadanía al final fueron poco claros. Se convirtió finalmente en una feria distante, sin atractivo y con una especie de “desesperación organizacional” para intentar recuperar (de último momento) ese dinero que no supieron atraer con creatividad o propuestas inteligentes. Un fracaso más en la negra lista de los últimos años.

Ya en 2017, 2018 y 2019 los resultados de la Feria Chiapas habían sido bastante desastrosos. Ese último año fueron los propios comerciantes -que rentaron locales en el complejo- quienes denunciaron el desplome de alrededor del 50 por ciento en las ventas, en comparación con el año anterior. Desde entonces las voces exigiendo cambios drásticos en la organización comenzaron a resonar fuerte, pero nada se hizo al respecto.

Todo parece indicar que el control que la familia Pariente Gavito, dueña de la distribución de la Cerveza Superior en Chiapas, ejerce sobre la Feria Chiapas ha pesado más que cualquier fracaso o escándalo sobre el evento anual. La Feria se encuentra pues desde hace años bajo dominio absoluto de dos personajes: Manuel Pariente, como presidente del Patronato, y Fernando Ugarte, como “mandamás” de todos los conciertos en el Palenque de Gallos y el Foro Chiapas. Nadie más puede competir en esos territorios.

Por eso el desdén o desinterés hacia la función social y popular del evento.  A eso se debe, en gran medida, que lo que se pensó e instauró en los años ochentas como una atracción para el esparcimiento y generación de derrama económica en favor de las y los chiapanecos se encuentre hoy en su peor crisis. Al fin de cuentas la feria se ha convertido en un negocio de dos que terminan repartiéndose las pocas o muchas ganancias (en rentas de espacios o entradas) de un evento pagado sin inversión propia y recursos públicos.

Hoy es urgente el rescate estratégico de un evento tan importante que agoniza y pide a gritos un cambio de fondo a su organización para volverlo nuevamente interesante y funcional. La Feria Chiapas no es un simple evento que deba realizarse “a la fuerza” o por protocolo, tiene objetivos y fundamentos claros que dan razón a su existencia como polo para la generación de empleos temporales, atracción turística, derrama económica y proyección estatal que claramente no se están cumpliendo ya… así las cosas.