muerteporvacuna Héctor Estrada

El IMSS y una alarma innecesaria fuera de control

La tardía e ineficiente respuesta del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) ante el caso de dos niños chiapanecos muertos tras ser vacunados por personal de dicho organismo terminó por generar una ola de desinformación, especulaciones alarmantes y sensacionalismo que dejan en tela de duda su capacidad para enfrentar un escándalo de ese tipo.

Como ya es del dominio público, el pasado viernes dos bebés perdieron la vida y 29 más fueron hospitalizados debido a complicaciones de salud presentadas sólo unas horas después de haber recibido las vacunas BCG (Tuberculosis), Rotavirus y Hepatitis B, contempladas dentro del cuadro básico.

La noticia que “confirmaba” la muerte de dos niños debido a la aplicación de vacunas suministradas por el IMSS inundó los medios de comunicación de manera casi inmediata, provocando una psicosis social que, incluso, obligó al Instituto Mexicano del Seguro Social a anunciar la suspensión nacional de las brigadas de vacunación infantil.

Hubo también quienes se atrevieron a recomendar no asistir a las unidades médicas del IMSS para evitar riesgos a la salud por el suministro de vacunas o fármacos distribuidos por dicho instituto de salud nacional.

Entre el susto y el desconcierto, el Instituto Mexicano del Seguro Social se limitó a informar “medidas preventivas” que también contribuyeron a la paranoia. Los posicionamientos mediáticos que llamaran a la serenidad, abonaran al esclarecimiento y sacudieran toda especulación simplemente brillaron por su ausencia, incluso más de 48 horas después del acontecimiento.

En cuestión de horas se dejó crecer una ola de temores y rumores alarmistas sobre una de las estrategias de salud más importantes como es la vacunación. A más de 72 horas nada se ha hecho para desmentir los rumores escandalosos que crean desconfianza social y, sin duda, afectan la participación civil en dichas campañas, principalmente en las zonas indígenas.

La realidad es que en el mundo han sido muy pocos los casos que han involucrado de muerte de personas por la aplicación de vacunas básicas. El más reciente caso sucedió en Siria cuando se mezclaron las dosis de vacunas contra el sarampión y rubeola con un fármaco de relajación muscular, desencadenando la muerte de 15 niños.

En más del 95 por ciento de los casos similares se ha comprobado que las muertes no se debieron a las dosis de vacunación, sino al mal manejo de las sustancias previo o durante su aplicación; y en Chiapas todo apunta a que ese podría ser el origen del problema.

Se trata de un caso aislado que debió ser abordado de manera oficial como tal. Un penoso incidente que duele y hace evidente la necesidad de elevar las medidas de control en el manejo de vacunas dentro de las brigadas y unidades médicas de todo el país.

Más allá del resultado de las investigaciones que deberán estar listas durante las siguientes horas, lo que salta a la luz son los cuestionables protocolos de reacción por parte de organismos como el Instituto Mexicano del Seguro Social para hacer frente a este tipo de contingencias, con información oportuna y estrategias para prevenir alarmas innecesarias.