El desastre financiero heredado por Carlos Eugenio Ruiz Hernández al interior de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH) mantiene hoy en serias complicaciones la relación entre el nuevo rector y la base sindicalizada, cuyas aspiraciones de nuevas plazas o recategorizaciones laborales apuntan a diluirse en medio de una severa crisis universitaria solapada por su mismo sindicato.
La ruptura en las negociaciones del contrato colectivo entre la nueva rectoría, encabezada por Carlos Natarén Nandayapa, y el Sindicato del Personal Académico de la UNACH (SPAUNACH) ha puesto sobre la mesa una serie de prácticas anómalas prácticamente normalizadas, cuyas consecuencia también influyeron en la merma financiera que hoy tiene a la UNACH en uno de sus peores momentos.
Con el paso de los años la entrega de plazas base (de medio tiempo o tiempo completo) al sindicato para su reparto discrecional se incrementó de manera desmedida. Con tal de mantener en silencio cómplice a los líderes sindicales, los rectores en turno participaron en el dispendio irresponsable de compromisos contractuales, sin los fondos suficientes para garantizar su cumplimiento sin endeudamientos futuros.
Se generaron compromisos vía nómina por montos superiores a los propios presupuestos anuales asignados a la universidad. Nada que no haya sucedido en otras latitudes, pero en la Autónoma de Chiapas la situación terminó por reventarla financieramente. La rectoría encabezada por Ruiz Hernández se convirtió, al igual que el gobierno verde que lo impuso, en el desastre que desbordó la situación.
La llegada de Carlos Eugenio Ruiz Hernández a la rectoría de la Universidad autónoma de Chiapas en diciembre de 2014 advertía lo inevitable. Su arbitraria imposición, a voluntad caprichosa de Leticia Coello, no vaticinaba un buen futuro para la máxima casa de estudios en la entidad chiapaneca.
De acuerdo a datos hechos públicos por el nuevo rector, la UNACH registra actualmente una deuda superior a los dos mil millones de pesos. Es la tercer deuda universitaria más elevada del país, tan sólo superada por la Universidad Veracruzana y la Autónoma de Zacatecas. La UNACH pasó de una deuda de 250 millones de pesos al cierre de la administración de Jaime Valls Esponda (en 2014) a una de dos mil 238 millones de pesos al finalizar la rectoría de Ruiz Hernández.
No es un asunto que pudo pasar desapercibido. Desde 2016 la problemática fue advertida mediante diversas notas periodísticas y denuncias anónimas. Al interior de la universidad era un secreto a voces que nadie se atrevió a denunciar formalmente. Ninguno de los sindicatos al interior de la Autónoma de Chiapas fijó postura al respecto para denunciar lo que estaba sucediendo o exigir una investigación sobre ello.
Guardaron silencio cómplice ante uno de los más grande saqueos universitarios, y hoy eso ha acarreado consecuencias inevitables sobre sus propios intereses laborales. La irresponsabilidad y el saqueo evidente de los últimos años pusieron a la universidad dentro de un callejón sin salida que ha dejado sin margen de maniobra a las nuevas autoridades universitarias para complacer las exigencia sindicales.
Cumplir con la entrega de más de 30 plazas de tiempo completo y 250 recategorizaciones solicitadas por el SPAUNACH para restablecer la mesa de diálogo sería francamente irresponsable. Duele por el personal de base que lleva años sin alcanzar justicia laboral a su esfuerzo diario, pero antes se requiere poner orden a una universidad asfixiada por la rapacidad de rectores inconscientes, la normalización de prácticas anómalas y la complicidad de líderes sindicales que han solapado todo para mantener sus “prebendas”.
Carlos Natarén debe abrir las puertas de la rectoría a la base trabajadora, sin la intervención de líderes dudosos, para escuchar sus problemáticas y buscar soluciones de justicia laboral a su situación. Pero también está obligado a encabezar una investigación a fondo contra sus antecesores para castigar a los responsables de un desastre financiero que no puede reducirse a simples lamentaciones de impunidad solapada. Finalmente, como jurista destacado, el nuevo rector conoce perfectamente las vías para hacer la justicia penal llegue a la UNACH… así las cosas.