Qué hay detrás de la oposición del EZLN ¿Qué se esconde detrás de la creciente rivalidad entre el subcomandante Marcos (ahora Subcomandante Galeano) y Andrés Manuel López Obrador?El endurecido distanciamiento generado desde las campañas presidenciales del año pasado ha generado las más diversas suspicacias sobre la postura asumida por el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en torno al nuevo gobierno.

Resultan innegables las omisiones cometidas por el gobierno de la “Cuarta transformación” para legitimar un proyecto de infraestructura tan importante como el “Tren Maya”. No reconocerlo sería deshonesto. No hubieron consultas reales a los pueblos indígenas, estudios de impacto ambiental y mesas de diálogo para generar concesos a profundidad. La premura y celeridad para iniciar una de las grandes obras del sexenio conllevaron evidentes deficiencias de forma que sin duda acarrearán problemas a futuro inmediato.

Pero, ¿es el Tren Maya el real origen de la confrontación o sólo ha resultado un pretexto conveniente para legitimar la oposición del EZLN al gobierno de López Obrador? Con el paso del tiempo la vida pública de Rafael Sebastián Guillén Vicente, verdadero nombre del Subcomandante Marcos (Según la PGR), se ha plagado de controversia, dudas y cuestionamientos en torno a sus procedimientos y silencios sospechosos frente los últimos gobiernos infames.

No son gratuitas las voces de rechazo que ahora descalifican la postura asumida por el Subcomandante Marcos, más allá del innegable fanatismo generado por Obrador entre sus seguidores. El EZLN de Rafael Sebastián Guillén Vicente ya no es el mismo de la década de los noventas. Su fuerza política, popularidad y respaldo popular se han desgastado enormemente con el paso del tiempo.

La postura de bajo perfil asumida durante los últimos años, sobre todo durante los sexenios de Enrique Peña Nieto y Manuel Velasco Coello, terminaron por decepcionar a muchos y fortalecer los rumores que aseguraban un “pacto oscuro” entre Guillén Vicente y las grandes mafias políticas del país. Simples suposiciones igual de cuestionables que finalmente terminaron por convencer a muchos.

Si hay o no intenciones políticas de fondo para “utilizar” al EZLN como arma de sabotaje contra el gobierno de López Obrador la idea no parece estar resultando favorable para el desgastado movimiento zapatista. El rechazo social de las masas ha saltado casi de manera inmediata. Tantos años de silencio, nulos resultados para mejorar las condiciones de los pueblos indígenas, aislamiento y una vida pública enfocada al estricto discurso ideológico han mermado duramente su interlocución y empatía con el resto de los sectores.

A lo anterior súmele usted la cada vez más incómoda presencia de Paloma Vicente Guillén, hermana del Subcomandante Marcos, quien apenas el septiembre del año pasado fue designada secretaria general adjunta del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del Partido Revolucionario Institucional (PRI), y que además fungió como Subsecretaria de Población, Migración y Asuntos Religiosos durante el gobierno de Enrique Peña Nieto.

La idea del Subcomandante Marcos o Galeano para fijar una postura de oposición activa ante gobierno de Andrés Manuel López Obrador podría resultar bastante peligrosa para la decadente popularidad del movimiento. López Obrador no apunta a ser un adversario político tan fácil de dinamitar con Vicente Fox o Felipe Calderón. 

En honor a la verdad, aunque a muchos incomode admitirlo, Obrador representa hoy para un importante grueso de la población esa esperanza de transformación nacional que hace mucho dejó representar el EZLN. La realizad política ha cambiado de tal manera que parece colocar ahora al Subcomandante Marcos, ni más ni menos, que al otro lado de la moneda respecto a los enemigos públicos de ese imaginario colectivo que tanto fortaleció a su movimiento hace 25 años… así las cosas.