Corrupción tras las tarjetas para la reconstrucción En la Mira Héctor Estrada No han pasado ni dos meses desde que se comenzaron a repartir los recursos para la reconstrucción por el terremoto del pasado 7 de septiembre y las graves irregularidades han comenzado a sumarse una tras otra, teniendo como principales sospechosos a viejos protagonistas de la corrupción en las altas esferas de poder gubernamental.

El caso que más sospechas e indignación genera tiene que ver precisamente con las tarjetas distribuidas por el gobierno federal a los damnificados de Chiapas y Oaxaca. Se trata de tarjetas emanadas del Banco del Ahorro Nacional y Servicios Financieros (Bansefi), mediante las que se depositan los recursos del Fondo de Desastres Naturales (Fonden) a cada uno de los beneficiarios.

El proceso, en el que de manera menos protagónica participa también la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), quedó bajo responsabilidad de Bansefi como distribuidor bancario de los recursos y la Secretaria de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) como encargada de la entrega de las tarjetas bancarias a cada uno de los damnificados censados y empadronados.

Se trataba, según lo argumentado por el mismísimo Enrique Peña Nieto, de un proceso vigilado y controlado por el gobierno federal que garantizaba la seguridad y trasparencia de todo lo realizado para ese fin. Sin embargo, las irregularidades no tardaron en hacerse presentes. Las denuncias sobre la clonación de tarjetas comenzaron a inundar las redes a principios del mes de noviembre. Se habían entregado tarjetas cuyos fondos ya habían sido retirados.

Incluso, la tarjeta entregada por el propio presidente Enrique Peña se encontró dentro de las que habían sido entregadas sin fondos, clonadas y saqueadas días antes de su propia entrega oficial. Un hecho inaudito. Y los reportes se propagaron a Chiapas donde las denuncias relacionadas con el mismo fraude aumentaron con el paso de los días. El asunto se convirtió rápidamente en un problema del dominio público.

Y es que, de acuerdo a la denuncia presentada por el mismo Bansefi, hasta el pasado martes 14 de noviembre se tenían contabilizados un total de 59 casos documentados de tarjetas clonadas en Chiapas y Oaxaca, por un monto general superior al medio millón de pesos. Una cifra que muchos críticos del gobierno federal aseguran ha sido reducida para minimizar drásticamente el tamaño del robo o fraude a los fondos para la reconstrucción.

El caso luce por demás extraño y sospechoso ante las presuntas clonaciones que se dieron mientras las tarjetas bancarias aún se encontraban en manos de las autoridades responsables, pero sobre todo cuando el nombre de los responsables principales es traído a colación. Por un lado, en la dirección general de Bansefi aparece un nombre conocido y muy controversial dentro de la administración de Enrique Peña Nieto.

Se trata de Virgilio Andrade, el mismo que cuando fue titular de la Secretaría de la Función Pública (SFP) investigó y exoneró a sus propios amigos, el presidente de la República, Enrique Peña; su esposa, Angélica Rivera; y al Secretario de Hacienda, Luis Videgaray Caso, por el famoso caso de la “Casa Blanca”. Sí, aunque parezca difícil de creer, hoy es responsable de distribuir el dinero para la reconstrucción. Un cargo otorgado por Peña apenas el 15 de octubre para ese tema en especial.

Del otro lado esta Rosario Robles Berlanga, de quien sobran los turbios antecedentes. Fue enviada a la Sedatu tras los escándalos de corrupción y abusos dentro de diversos programas sociales de la Secretaría de Desarrollo Social que ella dirigía. Ahora es la encargada de distribuir las tarjetas con el dinero de la reconstrucción en equipo con Virgilio Andrade. Dos “joyas” del gobierno peñista que hoy se hacen de la vista gorda ante semejante escándalo.

Sobre ellos está la responsabilidad directa de lo que sucede con un tema tan delicado como es el dinero para la reconstrucción. Ante los acontecimientos de las últimas semanas hoy las sospechas de su designación como encargados del dinero parecen resonar con mayor fuerza. Aunque los pretextos y el deslinde ya han aparecido como argumentos falaces, la explicación a fondo sobre lo sucedido es un pendiente que no debe perderse de vista… así las cosas.