¿Prófugo o protegido? (Artículo Único) Ángel Mario Ksheratto Javier Duarte de Ochoa, exgobernador de Veracruz, no es un prófugo de la justicia; es simple y llanamente, un beneficiario del sistema de impunidad y complicidad que permite a funcionarios, jueces, magistrados, gobernadores, legisladores y presidentes, robar a manos llenas sin pagar por tales delitos. Aunque el secretario de Gobernación ha asegurado que “legal y oficialmente” el ex mandatario no ha salido del país, el cuento no se lo cree nadie. Y más, cuando sostiene, Miguel Ángel Osorio Chong, que el aludido, se encuentra todavía en territorio nacional.

Es claro que hay agentes gubernamentales protegiendo a quien es acusado de la muerte de decenas de periodistas y activistas sociales. Días antes de que un juez dictase la orden de aprehensión, se dio a conocer el hecho en los medios de comunicación, lo cual debe asumirse como un aviso para que buscase un refugio seguro. Éste jueves, por esa misma vía, se anunció que serán congeladas las cuentas de Duarte, lo que debe entenderse como un sobre aviso para que realice los movimientos necesarios y evite así, la extinción de ésos bienes.

Si el susodicho ha salido del país con pasaporte en mano y lo niegan las autoridades (cosa que no tardará en saberse) habrán cometido éstas, perjurio y por supuesto, habrán incurrido en el doloso delito de encubrimiento, obstrucción a la justicia y complicidad.

Si, por el contrario, salió ilegalmente, dejará claro que detrás de su escape, hay corrupción de las autoridades migratorias, dependientes de Osorio Chong. En ambos casos, lo que quedará al desnudo será la incompetencia de las autoridades para cumplir con la exigencia de justicia y lo más preocupante: la incapacidad para vigilar a un presunto delincuente y evitar que escape a la ley.

Sucedió lo mismo con Guillermo Padrés Elías, exgobernador de Sonora, quien se fugó de México en las narices del gobierno federal que, días antes de ello, ponderaba la “eficacia” de las instituciones de procuración y administración de justicia para sancionar a los responsables de actos de corrupción.

Lo que ha sucedido alrededor de ambos casos, no es nada aislado; son acciones recurrentes a lo largo de varios sexenios que han minado la confianza en las instituciones y ha debilitado enormemente al sistema de partidos en el país, pues en eso de la corrupción, la impunidad y la complicidad, nadie se salva. El que sí busca una salvadita con el proceso contra Javier Duarte, es el PRI, progenitor de la podredumbre política y social que atraviesa el país. Han querido pensar que llevar a los tribunales a uno de tantos ladrones, les devolverá votos y posiciones.

Sin embargo, el escape de quien ha sido considerado “el más corrupto”, les resta no solo crédito y confianza, sino eficacia y capacidad para hacer cumplir con lo establecido en tanta ley anticorrupción han creado y que al final, solo se aplica en circunstancias que podría generarles ganancias electorales, no para fundar un Estado correcto, transparente y alejado de toda corrupción.

Por desgracia para el gobierno de Enrique Peña Nieto, la ahora persecución legal contra Duarte, no parece servir de escarmiento al resto de gobernadores; el despilfarro, el desvío de recursos, la sustracción de dinero público para gastos superfluos, la construcción de obras onerosas sin beneficio real para los ciudadanos y otras acciones deleznables, siguen su marcha triunfal, sin que nadie reconvenga a los gobernantes que se han constituido en predadores del dinero del pueblo.

Pero regresemos al tema del escape. Asegura el titular de la política interna mexicana que “por ninguna vía”, el exgobernador veracruzano ha salido del país. ¿Por qué entonces ya se solicitó a la INTERPOL buscarlo en más de 190 países? La búsqueda del implicado en el interior, es débil y abarca a la familia política de éste. Todo indica que los planes reales son los de brindarle todas las facilidades para que permanezca intocable en territorio nacional, en el goce de millones y millones de pesos que sustrajo del erario.

Con todo, lo que suceda en los próximos días en torno a Duarte, no se acerca en nada a un verdadero combate a la corrupción. Escribí líneas arriba que el acusado, pudo ser beneficiario de la misma corrupción que lo protegió hasta que se volvió prófugo de la justicia, según la PGR. No hay una sola duda al respecto y eso habrá de probarse conforme pasen los días. Duarte de Ochoa, no está prófugo; está siendo protegido por el mismo sistema que supo de sus corruptelas y no quiso frenarlo sino hasta ahora que requieren unos votos de más. Así, de nada sirven los discursos.