Consejillos para los diputados.. (Artículo Único) Por  Angel Mario Ksheratto Artículo Único

Angel Mario Ksheratto

@ksheratto

Consejillos para los diputados

En la legislatura pasada, hubo “sesiones” que duraron no más de 7 minutos. Lectura del acta de la sesión anterior (siempre omitida con permiso de la Asamblea), desincorporación de algún carro viejo, asuntos generales (en éste punto, rara vez subía algún despistado a balbucear incoherencias cuando no, loas mal ensayadas, dirigidas al Ejecutivo), y anuncio de los asuntos a tratarse en la siguiente reunión. En la recién estrenada camada de diputados, son un poquito más largas las sesiones y casi se atropellan para subir a la Tribuna para hacer “exposiciones” sin ton ni son.

Buen intento. Deja la impresión que habrá, por lo menos, perorata para aflojar las quijadas y dar rienda suelta a la lengua.

La Tribuna del Pleno, no es altar para la alabanza fácil, ni para exponer el grado de ridiculez e ignorancia de quienes habiendo sido “electos” para representar al pueblo, usan ésta para todo, menos para velar por el bien de quien teóricamente, los eligió. El diputado debe ser por sobre todas las cosas, legislador, no sacerdote dispuesto para la glorificación del hombre mismo, ni sicario aterrante que ataque a las instituciones, sin más propósito que el de frenar el desarrollo.

Legislar es proponer crear y establecer leyes que rijan el destino y comportamiento de la sociedad. El legislador, por tanto, debe tener capacidad genuina y espontánea para evaluar, analizar y establecer juicios que permitan a sus representados, llevar una vida digna, con todas las garantías constitucionales y sus derechos naturales.

La tradición mexicana impone que además de legislar, el diputado tenga facultades para la gestión; si un ciudadano requiriere sus servicios para obtener un bien público para beneficio colectivo, el diputado debería estar en condiciones de gestionar ante la autoridad competente, el satisfactor deseado.

No sucede nada de lo anterior, ni en la Cámara de Diputados y Senadores Federales, ni en la de Diputados locales. Cosa contraria y común es toparse con la insensibilidad política, la cerrazón y muchas veces, la prepotencia de quienes “nos representan” en tales instancias. Vemos en cambio, predisposición al culto a la persona. Desde que inició la actual legislatura, por desgracia, solo hemos escuchado adoración al Ejecutivo, lo cual no ayuda a éste; por el contrario, lo arrastra al fango de la ignominia al creer, la gente, que la independencia y autonomía de los Poderes del Estado, se ha roto con los excesos de gratitud expresadas desde la más alta Tribuna del Estado.

Es sana la convivencia armónica entre Poderes; es bueno resaltar aquellas cosas que benefician a los gobernados. Pero de mal gusto que sin el mérito debido, o por lo menos, con fundamento en lo desconocido, se exalte lo que por obligación legal y cuestión moral, el Ejecutivo debe hacer a favor de sus gobernados.

El Legislativo debe ser un contrapeso del Ejecutivo y el Judicial; éstos dos entre sí y del Legislativo a la vez. Quizá, las señoras y señores diputados locales, deban conocer un poco más sobre Qin Shi Huang, Moisés, Rómulo, Pedro, “el Grande”; César Augusto y otros que hicieron de la legislación, un arte, una forma de vida para sus gobernados, independientemente de sus ideologías, credos e incluso, intereses.

José Joaquín Fernández de Lizardi, escribió que tres son las circunstancias o cualidades que debe reunir un legislador: “mucho amor a la patria, regular talento y firmeza de carácter”. Es decir, su amor y lealtad, debe estar en la patria y sus habitantes, no en el gobernante en turno. No podemos pedirles sabiduría descomunal, pero sí, atención para alcanzarla y habilidad para ejercerla.

Ha sido vergonzante ver cómo un diputado, famoso por sus fotos pornográficas en las redes sociales, ha subido a la Tribuna a pronunciar sandeces irrepetibles; lo ha sido también al ver a una empresaria hotelera vomitar parabienes innecesarios y frases sin sentido. O escuchar cifras sobre logros no vistos, por parte de otros.

No señoras y señores; su chamba no es alabar ni condenar. Su obligación es establecer leyes que nos ayuden a vivir mejor. Estamos cansados de diputados desorientados que solo sirven para levantar la mano. Hagan la diferencia; asesórense, escuchen, atiendan, sirvan. Sean humildes para aprender y no crean que, por ser diputados, tienen a Dios cogido de los bigotes. Si no tienen nada útil qué subir a decir en la Tribuna, absténganse de hacer el ridículo. Queremos diputados propositivos, polémicos, inteligentes, provocadores. No timoratos abyectos que solo sirvan para el aplauso no solicitado. ¿Podrán hacernos ese favor?