A Olga Sánchez Cordero, se le ha hecho fácil recorrer las fronteras del país en un intento por contener el discurso acusatorio del presidente Donald Trump, que ha dicho que México, en el tema migratorio, solo ha hablado mucho y no ha tomado medidas serias para detener el constante y masivo flujo de migrantes centroamericanos, a los que se han unido cubanos, caribeños, sudamericanos e incluso, africanos.
No es, desde ningún punto de vista, la solución adecuada para un fenómeno cuya solución tampoco está en la asistencia económica de Estados Unidos; históricamente, los millones de dólares que el gobierno estadounidense ha enviado a los países centroamericanos, se han utilizado, en parte, para socavar la aspiración democrática de los pueblos y en otra, para enriquecer a los que han gobernado esos países.
La secretaria de Gobernación de México, ha tomado una decisión errática, con claros tintes de desesperación y preocupante desconocimiento, tanto de la historia, como de factores clave para la soberanía y unidad de México. Al recorrer las fronteras migratorias del Suchiate hasta el istmo de Tehuantepec, desvincula al sureste del resto del país y eso, es peligroso para la estabilidad social, la gobernabilidad y el desarrollo de la región.
Porque no se trata de una medida estratégica especial, sino de una acción improvisada que despoja al sureste mexicano del derecho a pertenecer a una federación responsable de sí misma y comprometida con la seguridad nacional. Esto, insisto, debido a la ausencia de estrategias globales, integrales, consensuadas y meritorias del respaldo internacional.
Sánchez Cordero —obviamente, instruida por el presidente López—, tomó la determinación de anunciar el desplazamiento fronterizo en materia migratoria, desconociendo la geografía física, histórica, humana y política entre México y Centro América. Con ello, también muestra supina ignorancia en torno al historial migratorio de América entera y lo peor, ignora y contradice su propio discurso, cuando hace unas semanas, llegó a la frontera a abrir las puertas a los migrantes, a quienes ofreció, techo, comida y trabajo.
Pertinente es aclarar antes de seguir, que los chiapanecos, no son xenofóbicos —salvo uno que otro tonto e ignorante que se cree ario—; pero sí creen en las leyes del país, respetan todas las fronteras y exigen la protección constitucional que los gobernantes deben proporcionar a todos los habitantes del país. Confinar el esquema migratorio a “la parte más estrecha de México”, es, aparte de incompatible con el régimen de fronteras, una torpeza que demerita la supuesta capacidad gubernamental… Y una acción que deja a Chiapas, en absoluta indefensión.
Todo es muestra de la alarmante debilidad institucional del país. Las competencias institucionales, ciertamente han sido rebasadas y no por los migrantes, sino por las mismas autoridades, que no han hecho lo suyo. Pero pretenden apaciguar la tremenda boca del presidente estadounidense, que exige detener a los “delincuentes”, y nada hace para frenar, desde su país, el tráfico de armas y el alto consumo de drogas de sus connacionales.
Antes de tomar medidas supletorias ocurrentes, deben establecerse protocolos migratorios basados en el respeto a los derechos humanos, la solidaridad y la cooperación, pero también, fincados en la seguridad, el respeto mutuo, el cumplimiento de las leyes y la interacción multilateral.
Cuando hablamos de cooperación, nos referimos al intercambio de información entre entidades policiales del área, para evitar que peligrosos delincuentes, se infiltren entre los migrantes que huyen de la pobreza, la violencia y los gobiernos represores de América Central. He ahí la indignación en Chiapas por el anuncio de Sánchez Cordero.
El enfoque de su medida es que Chiapas, Tabasco, Campeche, Quintana Roo, Yucatán y partes de Oaxaca y Veracruz, se queden con los miembros de las pandillas y eso, es no solo una falta de respeto al sureste, sino una grave falta a los deberes constitucionales de la actual administración. ¿Qué tanto ganan con complacer al furibundo, irracional y mezquino presidente estadounidense?
El presidente López Obrador, anunció hace días que el gobierno gringo, prometió 4 mil 800 millones de dólares para la frontera sur de México, recurso con el que asegurarían el flujo migratorio ordenado y legal. Supónese que también servirá, ese dinero, para promover el desarrollo estructural y evitar que la gente migre a Estados Unidos. ¿Es, recorrer la frontera migratoria, un plan para que, en el marco del “desarrollo” fronterizo, se invierta ese dinero para la construcción del tren transistmíco y el sureste siga en la pobreza extrema?
Sin principios, prioridades, objetivos claros y estrategias, no se llegará a ninguna parte. ¿O sí? ¿O no?
Transitorio
Llama la atención que de los seis periodistas y nueve activistas asesinados en el sexenio de la 4T, solo uno esté resuelto: el de Sinar Corzo Esquinca. Eso habla que, pian pianito, la Fiscalía de Chiapas, está haciendo bien su trabajo.