Cascadas de corrupción Ángel Mario Ksheratto (Artículo Único) Ni las autoridades ambientales, ni las encargadas del monitoreo hidrológico, ni las de Protección Civil, han satisfecho las dudas surgidas tras el repentino y dramático descenso del caudal y la notoria desviación del curso de los ríos Otulún, Shumuljá y Tulijá, que daban belleza y atracción a las “Cascadas de Agua azul”, cuya dimensión se ha visto terriblemente disminuida.

Las explicaciones hasta ahora ofrecidas, son insuficientes; son algo así como una mirada de reojo que han dado los funcionarios, sin admitir que parte del problema, ha sido la devastación de la selva por el hombre, en complicidad con un gobierno “ecologista”, que ha permitido la depredación de miles de hectáreas de bosques.

Se ha tratado de culpar a la naturaleza misma. Que si ha sido el enjambre de réplicas del terremoto del 7 de septiembre; que pudo haberse registrado un derrumbe en el subsuelo e incluso, se dice que se debe a la disminución pluvial.

Ninguna de esas tres teorías emergentes de las autoridades, parecen encajar en el asunto. Si bien el terremoto del pasado septiembre se sintió en la zona norte-selva de Chiapas, su intensidad en ese lugar, no pudo ocasionar erosiones de gran magnitud bajo la tierra, que pudieran haber succionado el cauce líquido. De así haber sido, en zonas donde la magnitud del terremoto fue mayor a los 8 grados, se hubiesen registrado hundimientos a gran escala de la tierra, especialmente si tomamos en cuenta la clasificación de suelos.

¿Qué decir de la “disminución pluvial”? Según reportes oficiales sobre la lluvia, éste fue un año intenso, principalmente, en municipios del norte, como Tumbalá, donde se encuentran dichas cascadas.

Habrá que estar atentos a los reportes oficiales al respecto, porque el asunto de fondo, parece no estar en la agenda de explicaciones que se ofrezcan. Cualquiera que transita en las carreteras de esa parte de la entidad, podrá darse cuenta de la cantidad de camiones cargados con madera que circulan en distintas direcciones.

La actividad minera, no ha sido frenada, pese a las advertencias que desde muchos organismos ambientalistas se han hecho y nada se ha logrado, más que discursos incumplibles. Los proyectos “turísticos” en la región, también han causado daños irreparables al medio ambiente, puesto que sus operadores, no cuentan con programas alternativos eficientes para preservar la naturaleza.

Los expertos en cuencas hidrológicas, dicen que una de las causas por las que un río cambia su curso o disminuye su caudal, se debe al desequilibrio entre el caudal líquido y el caudal sólido.

Es decir, cuando en éste hay, por ejemplo, más sedimento (lodo) que agua. La crecida del sedimento, obliga al agua a buscar nuevos cursos. ¿Por qué crece más el sedimento? Por la erosión del suelo, provocada por la tala inmoderada de árboles. La tierra se desplaza al fondo de los ríos. Así de sencillo.

El tema no lo tocan quienes han tratado de explicar el fenómeno. No, porque es negocio para las autoridades mismas. O cuando menos, porque no quieren evidenciar la falta de capacidad para detener los daños al medio ambiente.

No ha habido políticas públicas efectivas para sancionar, con rigurosidad, a quienes explotan ilegal, indebida e irresponsablemente los recursos naturales. Preocupa que un gobierno ecologista, haya desatendido un tema cuyas repercusiones, son ya, una factura de alto precio.

Las pérdidas por la probable desaparición, definitiva, de las Cascadas de Agua Azul, no deben verse solo desde la perspectiva turística que, por cierto, ha objeto de jaloneos políticos y pleitos comunales, como ocurre en Lagunas de Montebello. A la par de medidas ambientales para tratar de rescatar las cascadas, debe haber acciones judiciales contra quienes han ocasionado el desastre.

Que no vengan con que son los temblores o que el diablo tiene metidas las manos. Se debe reconocer fallas y admitir errores que han alimentado actos que hoy, nos tienen al borde de una catástrofe irreversible. Y se debe hacer cuanto antes.

Hace unos días en Pacul, murieron miles de peces, derivado de abusos de PROACTIVA; los afluentes que alimentan el río Grijalva, de donde se extrae el agua para la zona metropolitana, son contaminados por esa empresa (VEOLIA, como también se hace llamar) y ninguna autoridad hace lo sensato, lo legal, lo conducente. ¿Qué esperan para hacer lo debido y cumplir con la ordenanza constitucional? Ya basta de corrupción que afecta al medio ambiente.