colapsada en el coyol Tuxtla Gutiérrez  Chiapas, 17 de septiembre de 2017 (muralchiapas.com).- Rodeo El Coyol, Jiquipilas. – “Las tragedias del terremoto no arrancaron  la costumbre ancestral de la generosidad, la convivencia y la alegría que nos sostiene en la adversidad”, afirma Armando mientras obsequia a visitantes de la Sociedad Civil Organizada que llevaron ayuda humanitaria a su comunidad, limas de su huerto, a un lado de  su vivienda de adobe y teja colapsada.

El campesino de unos 32 años, y su esposa María, próxima a dar a luz, celebran la sobrevivencia tras las sacudidas telúricas del pasado 7 de septiembre.

El temor asoma al recordar  la lobreguez de la noche, “los quejidos y la tronazón interminable de la tierra”. 

“Pudimos salir por el agujero que dejó la caída de una pared. La llave de la puerta se trabó y esperamos que pasara el terremoto, resguardados en un rincón”.

La vivienda colapsó cuando ya estaban a salvo y  se percataron de otras casas dañadas en el entorno. Entonces comprendieron la dimensión destructora de la fuerza sísmica.

“Cayó la casa, el terremoto traía el coraje de un chucho (perro) rabioso; se llevó casi todo en el hocico, pero no arrancó el entusiasmo ni la alegría por nuestro hijo que pronto vendrá”, asegura este hombre curtido en las faenas campiranas diarias.

Rodeo El Coyol es un asentamiento disperso en el municipio de Jiquipilas, en la región Valle de Chiapas. En esta ranchería 16 de 38 casas cayeron y sufrieron daños.

A 15 kilómetros más adelante  se encuentra el poblado Cuauhtémoc,  donde Antonio comparte pozol (bebida de maíz, pictes (tamales de maíz), elotes hervidos con el grupo de la Sociedad Civil Organizada que llevó ayuda a los damnificados.apoyo a jiquipilas

Al caer la  tarde ofrece  café y  pan a integrantes del Grupo de la Sociedad Civil Organizada, que ayer llevó a la zona 350 despensas y 400 litros de agua, producto de lo acopiado en el Parque de La Marimba, en la capital chiapaneca.

Aquí se perdieron 20 viviendas y hay  unos 200 damnificados y afectados, de un universo de  400 casas que conjuntan la comunidad.

La casa de Antonio no resintió daños. Su familia se encuentra bien, y celebra compartiendo  los alimentos que cosecha en su traspatio con una veintena de integrantes del grupo que llegó a la comunidad.

No obstante,  en estos poblados, incluida  la comunidad Hidalgo, los lugareños se quejan de que  la ayuda humanitaria llega a cuenta gotas y que el censo de daños no incluye a todos los damnificados.

A las comunidades grandes se les da hasta en abundancia, aseguran. Citan como caso al ejido Quintana Roo, “donde les ha llegado de  todo”.