El inevitable divorcio entre TV Azteca y Manuel Velasco (En la Mira) Héctor Estrada Todo indica que el divorcio entre Televisión Azteca y Manuel Velasco Coello es un asunto inminente. La deuda de alrededor de mil millones de pesos que supuestamente el Gobierno de Chiapas tiene con la televisora del Ajusco ha sido señalada como el centro de la discordia de un conflicto con más trasfondo político que económico, donde las negociaciones en torno a Luis Armando Melgar Bravo apuntan a ser el verdadero ángulo de quiebre.

Aunque las cifras sobre los contratos de “publicidad institucional” que las administraciones gubernamentales hacen con los medios de comunicación (nacionales y locales) son hasta la fecha un tema de suma confidencialidad, para nadie es un secreto el desmedido derroche que los mandatarios estatales realizan para promoverse. Aquí es donde Chiapas ha asumido un papel protagónico.

Desde su arribo a la política chiapaneca, Velasco Coello siempre ha sido una figura política construida desde los medios de comunicación. Más allá del trabajo político real, su vigencia y popularidad se edificó a base de planas y portadas diarias pagadas en medios de circulación estatales; así como entrevistas, comerciales, spots de radio y hasta la caricaturización de su imagen, que lo hicieron una popular figura mediática.

Por eso no debe ser cuestión de asombro el manejo de su administración durante los últimos cuatro años, como un gobierno de apariencias. Los contratos con los medios de comunicación a nivel nacional fueron prioridad desde el comienzo. Con Televisa y TV Azteca los acuerdos contractuales desde un inicio han sido superiores a los cientos de miles de pesos, para mantener en buen rumbo el proyecto sexenal.

Sin embargo, los tratos con Televisión Azteca siempre fueron más allá de lo económico, más allá de los contratos y los beneficios sexenales pasajeros. Desde el gobierno de Juan Sabines Guerrero, el Grupo Salinas (propietario de TV Azteca) ha fijado objetivos muy claros y más altos en Chiapas, donde la figura de Luis Armando Melgar ha sido y es pieza clave.

El principal compromiso de Manuel Velasco con Grupo Salinas, desde su estancia en el Senado de la República, fue abonar el camino para facilitar el ascenso de Melgar Bravo a su posible sucesión. Pero las cosas no se han dado tan sencillas para los intereses de TV Azteca en Chiapas, y mucho menos para los del gobernador chiapaneco con sus aspiraciones presidenciales.

El jaloneo interno de las fuerzas y las figuras políticas, mejor posicionadas que Melgar Bravo, ha provocado el cambio constante de decisiones con miras a la sucesión estatal. Las fichas se han movido y los nuevos escenarios enfilan nuevas prioridades para un Manuel Velasco disminuido, ya con muy lejanas aspiraciones presidenciales y con la imperiosa necesidad de garantizar un relevo que asegure su tranquilidad futura.

Es ese el contexto donde el senador de Televisión Azteca ya no significa la mejor apuesta. Su debilidad política, su baja popularidad para enfrentar una elección tan complicada como la del 2018, pero, sobre todo, su dudosa lealtad al actual gobierno, parecen estar sacándolo de la jugada, dentro de los planes reales del actual mandatario chiapaneco.

Por eso el enfado de Grupo Salinas y Televisión Azteca que hoy reclama a “golpes mediáticos” el pago de millonarias deudas o el cumplimiento de acuerdo añejos. Las negociaciones para detener las hostilidades comenzaron desde hace unos días en la Ciudad de México. Por eso no deberá extrañar la repentina aplicación de una tregua cuyo plazo de vencimiento es prácticamente inevitable.