Políticos fotogénicos (Artículo Único) Ángel Mario Ksheratto ¿Se paralizó el transporte público? ¿El servicio de energía eléctrica colapsó? ¿El ambulantaje se ha vuelto problema grave? ¿La empresa recolectora de basura incumple con sus obligaciones? ¿Escasea el agua potable? ¿Hay que remover el busto de algún político incómodo? ¿Su calle es intransitable por falta de mantenimiento? ¿Los meseros de su restaurante favorito entraron en huelga? ¡No importa! No se preocupe. Un regidor, cualquier diputado (federal o local), quizá un senador o hasta el propio alcalde municipal, acudirá a resolver su problema…

Eso sí, tenga lista su cámara fotográfica (aunque puede ser, que le visite —si es que es afortunado o afortunada— lleva consigo a un ejército de fotógrafos, camarógrafos, maquillistas, estilistas y coreógrafos), prepare su mejor y más amplia sonrisa, escoja su mejor vestimenta y espere a tener suerte de no ser excluido de la gráfica que habrá de publicitarse en todos los medios posibles.

No interesa cual sea su necesidad o emergencia; usted, de hecho, no tiene ninguna urgencia. Los políticos que llegarán a su casa, su colonia o calle, sí. Tienen, además, hambre de protagonismo, sed de figurar como los grandes redentores de una sociedad miserable, carente de todo.

Se ha vuelto común que, ante la precaria efectividad de las instituciones en manos de los arriba mencionados, los problemas sociales y comunitarios, sean la plataforma para el vano lucimiento personal. La oportunidad para fingir un espíritu de servicio que no tienen. El momento “apropiado” para manipular conciencias y acaparar preferencias.

Así, cada vez que un problema aflige a la ciudadanía, personajes de distintos calibres y variadas ambiciones, aparecen sonrientes, bondadosos y cálidos, ofreciendo el servicio faltante, de manera gratuita. Ya sea transportando a ciudadanos en sus propios vehículos cuando el transporte urbano falla, o levantando basura de las calles el día que PROACTIVA no lo hace. O abasteciendo cisternas caseras ante la falta de agua potable, o rellenando baches en cualquier colonia, o comiendo fritangas en un mercado público “para promover nuestra cultura culinaria”.

¿Resuelve eso el problema de fondo? Por supuesto que no. Por el contrario, indigna y enoja la cortedad de visión y la ausencia absoluta de estrategias para lidiar con las grandes y graves dificultades de ciudades desordenadas como las nuestras. Hay que decir en descargo de los aludidos que ello, es producto de malas administraciones pasadas, que, sin embargo, no los exime de la responsabilidad de hacer su trabajo con honradez, responsabilidad, seriedad y compromiso real.

Las multipublicitadas fotografías cometiendo disparates en beneficio electoral propio, lejos de crear una imagen transparente, positiva y sensible de los muchachos metidos en cargos públicos, provocan enojo e irritación cuando no, risa y tristeza al mismo tiempo, por una generación perdida; por esos jóvenes que, en su inmadurez política, emocional y física, han demostrado no estar preparados para gobernar.

Solucionar las crisis sociales de nuestras ciudades, no es un juego de canicas ni son ensayos para conseguir novia. No es un concurso de poses, ni un festival de caras bonitas para escoger al más guapo o la más hermosa. Debe (debería) ser, una amplia exposición de ideas francas y proyectos sustentables, confiables y cumplibles.

No está en duda la natural y legítima bonachería, por ejemplo, del alcalde Castellanos Cal y Mayor, pero, políticamente hablando, le hace mucho daño el prestarse a acciones que denigran a su persona y mutilan a la institución que representa. Debemos suponer que cuenta con un equipo de asesores inteligentes, sensatos, visionarios que le recomienden trabajar sin aspavientos, ni groseras manipulaciones publicitarias.

Como él, hay muchos que lucran con la necesidad de los ciudadanos chiapanecos. Chamacos inconscientes que juegan a ser políticos, sin tener una sola idea de cómo hacer bien las cosas, en beneficio de todos. La mejor recomendación de un funcionario que aspira a más, es su trabajo. No sus fotos chocarreras, no sus alardes mesiánicos, no sus pretensiones domingueras.

El alcalde capitalino puede ser un buen hombre y un mejor político si así lo quiere, pero debe rodearse de gente con sesos; no maleada. No soberbia ni grosera. Gente que, de verdad, ame a Tuxtla Gutiérrez; gente que aporte, no que robe, ni mienta ni engañe. Alguien que le diga que presumir bondades forzadas, es un exceso, una burla, un despropósito.

El asunto del agua, no se resuelve repartiendo pipas; se resolverá cuando saneen al SMAPA; cuando exista una planeación a largo y mediano plazo, cuando acaben con la corrupción en esa dependencia. ¿O me equivoco?